Un drama silencioso
Casi nadie habla ni conoce el drama que viven los discapacitados de todo el país, obligados por mandato de la Autoridad “competente”, a recalificarse nuevamente, debido a ciertos casos de corrupción detectados entre los funcionarios del Conadis.
Existen esos casos, es cierto, pero nada que una buena investigación puntual no pueda ponerlos al descubierto. Cierto fulano consiguió el carné por tener amigdalitis (y buenas palancas) y con ello también el acuerdo para importar un lujoso 4 x 4 libre de aranceles.
No se puede, por algunos casos como este, despertar de repente y disponer la anulación de cientos de miles de calificaciones en el Conadis de discapacitados que no han modificado ciertamente su condición, sin antes tener –por lo menos- bien organizados los procedimientos con todas las comodidades.
Hoy por hoy se atienden apenas siete turnos diarios para ser examinados por un único doctor en el Centro de Salud y para conseguir esos turnos los pobres minusválidos (en sillas de ruedas, los no videntes, los poliomielíticos, etc.) deben madrugar a las 03:00 para hacer fila, botados a la intemperie de una vereda a morirse de frío, a gritar al viento su desventura.
¿De qué Buen Vivir hablan los políticos si desprecian los derechos humanos de esta manera? Se siente vergüenza ajena.