Son por su condición económica o por su moral. Los primeros están en los suburbios, en las aldeas, en los rincones ignorados de la Patria. Son los desdichados, los infelices, los que perdieron el valor y la fuerza. Los otros, “los estudiados”, los que abusan del poder, no tienen valores ni principios. Estos miserables son producto de una sociedad en descomposición; generalmente seguidores y obedientes de un caudillo (sinónimos: cabecilla, cacique, amo, soberano, capataz). Este podría ser Presidente o Dictador. En ambos casos, en la banda presidencial debe leerse “La Constitución en mi Poder”, en lugar de Mi Poder en La Constitución. Los miserables aparecen en todo Gobierno, ya sean legisladores, fiscales, jueces, abogados, ministros, etc.
Como pueblo deliberante, somos testigos que en las diversas áreas del Estado se interpreta y aplica la Constitución a conveniencia. Se violan las Leyes soslayando lo ético y de fondo en la cosa que se juzga.