La recuperación de los dineros del Estado, en miles de millones de dólares, robados en la década correísta, sin precedentes en la historia contemporánea del Ecuador y por obra y gracia del régimen más corrupto que la memoria colectiva lo recuerde, tendrá que ser la tarea principal y prioritaria, en el tiempo que le resta al actual Gobierno, pero desafortunadamente tropieza, para cumplir con esta obligación política y de Estado, con graves obstáculos en una justicia que no es justicia por inoperante y con claros síntomas de miedo y atavismos correístas y una Fiscalía, igualmente enferma de eficacia y tortuguismo que exasperan.
La falta de respuesta oportuna e inacción de los que “administran justicia”, crea una percepción de impunidad en la sociedad, que no solo se refleja en la cantidad inimaginable de actos de corrupción, sino que envía un mensaje para que los corruptos actúen sobre seguro.