Hace unos años discutía con un amigo nacido en Galápagos el problema frecuente de hallar aves muertas en el carretero que conecta Baltra con Puerto Ayora. Mi amigo me explicaba que a nadie importaba y la expresión de un señor taxista, “se cruzó el pájaro”, al matar un ave silvestre.
Años después veo como a diario aparecen perros moribundos en las carreteras y calles de Tena. En 1964 Nikolai Kardashev, astrofísico ruso, propuso una escala categórica para describir posibles civilizaciones en relación a la cantidad de energía que podrían dedicar para la transferencia de información. En realidad, el internet podría ser el nacimiento de una civilización tipo I, aquella que integra la energía de un planeta, pero nos falta aún décadas para eso. Los vertiginosos avances de la ciencia y tecnología en las dos últimas décadas (a los cuales los ecuatorianos somos ajenos), han motivado a científicos como Stephen Hawking o Michio Kaku a juzgar que es conveniente para la humanidad permanecer solitaria y aislada en el universo. Una civilización tipo II o superior, capaz de manejar de forma insospechada los secretos de la energía y la materia, podría ser indiferente a nuestras vidas si nos atravesásemos en su camino para el desarrollo. Qué ironía sería entonces que, en medio de nuestra destrucción, de igual forma que aquel taxista en Galápagos o parte de los habitantes de Tena, sin empatía o sensibilidad moral, tal civilización esgrimiera argumento similar al de “se cruzó el pájaro”.