Un buen maestro no es lo que él diga que es, no es lo que sus diplomas digan que es, es lo que sus alumnos piensan de él y principalmente es el resultado de sus prácticas.
Así se ve que en la vida el maestro no es el que se vanagloria de tanto que supuestamente es o tiene, sino aquel que con su humildad buen carácter, buena disposición, adquiere la facilidad tan propia del auténtico maestro y que por ella logra llegar con su mensaje a los demás.
Sean estas palabras un mensaje a todos los auténticos maestros.