Entre lo poco que se puede ver en la televisión nacional están los noticieros, cada vez más saturados de crónica de corrupción, el incremento de la delincuencia y la miseria humana. Obligados a verlos para saber a qué atenernos, constatamos con preocupación que en los horarios estelares se publicitan múltiples supuestos protectores y potenciadores de nuestra inmunidad en contra de la covid-19; bajo amenaza han conseguido el Registro Sanitario folclóricos brebajes que al no tener la calidad de medicamentos se los considera suplementos nutricionales; profesionales de la salud publicitan supuestos buenos resultados alcanzados en la pandemia sin el uso de fármacos divulgando casos anecdóticos a sabiendas que la covid-19 puede mejorar espontáneamente; autodenominados expertos notarizan “ensayos clínicos” con resultados que no resisten una crítica elemental; clérigos exigen el uso de un desinfectante para tratar la covid-19 y reclaman la salida del Ministro de Salud; empresas publicitan sus productos obsequiando a los hospitales grandes cantidades de los mismos que son recibidos por incautos que desconocen que en el sector público solo pueden utilizarse medicamentos académicamente probados y que consten en el Cuadro Nacional de Medicamentos Básicos.
Si bien la pandemia demanda ahora el mayor esfuerzo de las autoridades de salud, es hora de que se ponga un alto a tanto vivaracho que se aprovecha de la angustia y desesperación de la gente.