Sana envidia da ver cómo varias ciudades son atendidas con obras por parte del trono real. En Guayaquil, lugar de su mayor opositor, entre otras obras ya van 2 ó 3 puentes; en Bahía y Esmeraldas, grandes puentes. Estos días, su alteza real ha inaugurado un puente de 20 millones en Quevedo, beneficiando a sus habitantes. ¡Bien por ellos! Yo me pregunto: ¿Qué hace por la capital de todos los ecuatorianos? Una ciudad de millón y medio de habitantes que se ahoga en la inmovilidad e inseguridad y donde tiene su palacio real, no hace ni siquiera un intercambiador, ni un kilómetro de vías en hormigón como se jacta que hace en todo el país (menos en Pichincha), ni un puente peatonal, peor vehicular. Pedirle al Alcalde que haga algo ya es inútil, si ni siquiera una vereda ancha (bulevares, eufemísticamente) puede terminar. ¿El Metro? No queremos promesas e ilusiones: queremos obras grandes como merece una capital.