El día 15 de agosto del 2021 quedará como una fecha muy importante para Afganistán, debido a que el régimen Talibán, mismo que estuvo vigente y gobernó de 1996 a 2001 este país, anunció su victoria tras la caída del Gobierno afgano. La huida del presidente Ashraf Ghani y el anuncio por parte del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, de la salida de tropas norteamericanas después de dos décadas de haberse establecido en dicho territorio, constituyeron hechos claves para que los talibanes se hiciesen rápida y violentamente con el poder.
La toma de poder por parte del grupo Talibán generó gran incertidumbre y miedo del futuro que le deparará a Afganistán, pues el pueblo afgano, en especial las mujeres, tienen miedo que la ley islámica Sharía sea impuesta nuevamente. Dicha ley siempre ha estado regida al tipo de interpretación que se la da, es decir, “Una interpretación de la Sharía podría brindar extensos derechos a las mujeres, mientras que otra podría hacer que las mujeres queden con pocos. Los críticos han dicho que algunas de las restricciones de los talibanes a las mujeres con el pretexto de la ley islámica en realidad están fuera de los confines de la Sharía” (Victor, 2021).
Desde 1990 hasta el 2001 Afganistán estaba bajo el dominio del “Estado Islámico de Afganistán”, durante esta época existieron muchas prohibiciones y restricciones para el pueblo afgano. La situación seguía siendo mucho más compleja en cuanto a mujeres se refería, pues su educación y trabajo se vieron limitados al igual que su libertad como salir solas a las calles, subir a un taxi, reír en público, practicar algún deporte, entre otras. La mayoría de cosas debían hacerlo obligatoriamente con la compañía de un mahram (acompañante legal u obligatorio), ya sea su esposo, hermano o padre; de no cumplir con esto serían castigadas brutalmente.
Actualmente, existen expertos atentos al comportamiento y toma de decisiones por parte de este régimen, pero hay que tomar en cuenta que existen unos derechos llamados “Derechos humanos o fundamentales”, los cuales no tienen fronteras, no toman en cuenta género, nacionalidad, raza, religión, orientación sexual ni clase social de una persona, pues son inherentes a ella por el simple hecho de ser considerado un “ser humano”. Estos derechos no pueden ser vulnerados, en este caso, por ideales y pensamientos retrógradas, mismos que llevan por nombres “poder” y “religión”. Es responsabilidad de toda la humanidad defender estos derechos, así moramos en el intento.