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Aún viven los problemas legales y deudas que dejó la Mutualista Benalcázar

Mónica Manzano vive en Alcalá del Valle. Ella muestra las deficiencias. Eduardo terán / el comercio

Mónica Manzano vive en Alcalá del Valle. Ella muestra las deficiencias. Eduardo terán / el comercio

El sistema de seguridad de la vivienda de Mónica Manzano está compuesto por un muro de mallas de alambre y encofrados, un guardia y Cluki, un perro mestizo que adoptó hace varios años. Estas medidas las adoptó debido a que el conjunto residencial Alcalá del Valle, donde se ubica su casa, no cuenta con cerramiento.

El repentino cierre de la promotora del proyecto, la Mutualista Benalcázar, ocurrido el 7 de mayo del 2008, dejó inconclusa a esta propuesta inmobiliaria, ubicada en Sangolquí, en el valle de Los Chillos, en Quito.

Hace seis años, la entonces superintendenta de Bancos, Gloria Sabando, había tomado la decisión de cerrar las operaciones de la Mutualista por detectarse problemas de insolvencia. "Tiene un índice de patrimonio técnico menor a lo que la Ley le ordena y, por lo tanto, en precautela de los depositantes, era necesario tomar esta decisión", decía Sabando.

"Fue un relajo sacar escrituras. No había liquidador, luego tuvimos problemas porque no habían pagado la luz. Al principio fue difícil, ahora ya estamos más organizados", relata Tashira Elías, quien también vive en este conjunto habitacional.

El proyecto preveía levantar 600 viviendas, en cinco etapas, pero la Mutualista solo concluyó la primera etapa, compuesta de unas 150 casas, que están habitadas, y dejó otras en una segunda fase a medio construir.

El temor por el futuro que tendría el proyecto con el cierre de la entidad financiera llevó a Manzano a aceptar su vivienda en obra gris, a cambio de pagar un menor precio. Terminó los acabados de su inmueble y, junto a otros vecinos, adoquinó esa parte del conjunto.

Dos años después del cierre de la Mutualista, en septiembre del 2010, este y otros seis proyectos pasaron al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) como dación en pago por inversiones realizadas en la entidad financiera, por alrededor de USD 15 millones.

La institución también adquirió otros bienes remanentes por USD 5,5 millones.

Luego, los proyectos fueron transferidos al Banco del Afiliado (Biess), que ofreció invertir los recursos para terminarlos.

Pero cuatro años después, la obra no se ha reiniciado. Tampoco se ha terminado una docena de viviendas que quedaron en obra gris, hoy abandonadas y en deterioro.

El agua se obtiene, con bombas, de un pozo. "Hemos mandado muestras del líquido vital a varios laboratorios. Los estudios dicen que es buena, pero no es lo mismo que tener agua potable", explica Elías.

En cambio, la energía eléctrica no llega a todas las viviendas. Para contar con luz, Manzano asegura que casi tuvo que convertirse en electricista. Hoy cuenta con el servicio gracias a una conexión especial.

La actual administradora del conjunto, Amparo Campos, informa que problemas legales y deudas que dejó la Mutualista impiden el trámite de estos servicios.

Todos tenemos derecho a tener agua potable y luz donde sea que vivamos, pero nosotros, en el 2014, no tenemos servicios básicos", dice Manzano con impotencia.

Este Diario solicitó la versión al Biess acerca de este caso. Mientras estaba en funciones, su gerente de inversiones (e), Guillermo Navarro, reconoció que los proyectos que adquirió a la Mutualista Benalcázar "han quedado intocados y deteriorándose".

Añadió que "la administración anterior tenía que tomar medidas para terminarlos, pero no las tomó" y señaló que en dos casos el banco tuvo que terminar los contratos unilateralmente con los constructores, tras haber detectado una mala utilización del anticipo.

Uno de los proyectos, incluso, mantiene problemas de invasiones y en otros solo se debían terminar acabados y venderlos, pero no se hizo.

Este Diario consultó al exgerente del Biess, Efraín Viera, sobre el tema, pero no quiso pronunciarse. En entrevista concedida hace un año a este rotativo, el funcionario reconoció que apenas dos proyectos estaban caminando y el resto registraba dificultades.

Áreas verdes, canchas, casa comunal…, todo eso nos ofrecieron cuando compré mi propiedad. Nada de eso tenemos", dice Jenny Arias, otra propietaria de Alcalá del Valle, mientras extrae agua con un balde de la cisterna ubicada a pocos metros de su vivienda, porque estos días se dañó la bomba.

La mujer, que vive con su esposo y dos hijos, comenta que no todos los propietarios cuentan con servicio de telefonía fija.

La falta de servicios y la seguridad son las principales preocupaciones entre ellos.

Hace dos años, extraños ingresaron en la madrugada a la urbanización y robaron en varias casas. "Rompieron las ventanas de algunas viviendas, que no tenían rejas, y se llevaron computadoras, televisores...", recuerda Arias, que hoy busca vender su vivienda.

Luego de eso, decidieron levantar un endeble muro con tablas de encofrado que olvidó la constructora. Dicen que los recursos no les da para más. "Es algo que se va de las manos, no podemos hacerlo solos. Estamos esperanzados en que venga el Biess a construir, pero no llega", señala Elías.

Algunos propietarios ya han puesto en venta sus casas, según publicidad que se exhibe en algunas páginas electrónicas que ofertan estos servicios.

Al respecto, Navarro afirmó que el Biess tiene previsto reactivar estos proyectos, valorados en más de USD 20 millones, aunque no dio fechas.

Mientras, un cartel que anuncia la llegada al conjunto Alcalá del Valle pierde color cada año.

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