En las escuelas y colegios, los esfuerzos para erradicar la violencia de género son escasos. En estos espacios, donde los niños y adolescentes pasan más tiempo, no hay campañas sostenidas de concienciación. El pasado lunes 26 de septiembre, los 2,5 millones de estudiantes del régimen Costa-Galápagos empezaron el segundo quimestre.
En los casi cuatro meses del primer período, las campañas sobre bullying, violencia y abuso sexual fueron esporádicas. Lo revelan varios estudiantes de bachillerato de los colegios Atahualpa, Juan Montalvo y El Oro, en la provincia orense. En el ciclo Sierra-Amazonía, que lleva tres semanas de clases, aún no empiezan las campañas.
La Ley Orgánica de Educación Intercultural establece que para la prevención de la violencia en las instituciones educativas deben establecerse programas y actividades de sensibilización; y difundir información a los padres o personas que están encargadas del cuidado de los estudiantes.
Pero en la mayoría de planteles de Azuay no hay carteles con mensajes que socialicen estos temas. En la Escuela Hermano Miguel, de la parroquia cuencana Sayausí, hay un letrero del 2021. Cuelga de una pared en un espacio poco visible, por donde pasan poco los 355 estudiantes. Allí se lee “Más unidos, más protegidos: cero tolerancia a los abusos contra niños, niñas y adolescentes”.
“El año anterior recibimos dos charlas sobre violencia y maltrato; este año, aún nada”, dice un estudiante de noveno de básica. Una docente explica que recién están realizando las entrevistas socioemocionales ordenadas por el Ministerio de Educación (ME).
El objetivo es identificar los problemas familiares, sociales y educativos de cada menor. Además, cada lunes destacan un valor para toda la semana, para crear hábitos y fortalecer las relaciones. La semana anterior fueron las “palabras mágicas” (por favor, tenga la bondad, gracias…) y esta semana se propuso destacar el saludo.
La educación integral es clave
Para Ivonne Carpio, directora de la Facultad de Psicología de la Universidad Católica de Cuenca, la educación debe ser integral. Esto significa promover conocimientos, conductas y voluntad para actuar bien en la vida. Por esto, ella considera que los centros educativos deben hacer periódicamente campañas y talleres sobre patrones socioculturales que propicien la igualdad, respeto, diálogo, uso responsable de la libertad y la empatía hacia los otros.
Anaí Machuca está en tercero de bachillerato; dice que solo cuando pasan hechos como el crimen de María Belén Bernal, que causan indignación colectiva, los ‘profes’ abren espacios de debate en las aulas. “Es algo que me asusta como mujer”, dice Anaí, del Colegio La Inmaculada de Cuenca. “Es una pena porque en esta sociedad
hace falta que nos enseñen a identificar, de forma temprana, cualquier forma de violencia”.
La rectora, Sonia Castro, indica que empezaron una campaña con los estudiantes de tercero de bachillerato sobre violencia en general. Está a cargo del Departamento de Consejería Estudiantil y será de al menos una hora a la semana. Según la coordinadora de la Zonal 6, Joana Abad, actualmente trabajan en dos áreas: diagnóstico para identificar las falencias educativas y las cuatro semanas de nivelación para reforzar conocimientos.
Cuando concluyan estas acciones, retomaremos las campañas estudiantiles que cada año realizamos en los planteles públicos, particulares, fiscomisionales y municipales”, sostiene Abad. Se trabajará con estudiantes y padres de familia. Los temas se abordarán según las edades.
El tema del femicidio será dirigido a estudiantes de básica, media y bachillerato. En 2021, la Universidad del Azuay publicó una guía sobre Prevención de la Violencia para niños, niñas y adolescentes escolares, se busca convivencia positiva. Para María Fernanda Coello, docente-investigadora, trabajar en prevención desde la niñez ayuda a desterrar la violencia en la edad adulta.