Lissette Pardo-Jijón: ‘Tengo más fuerza para luchar por las mujeres’

Lissette Pardo-Jijón tiene 31 años de edad, es de Ambato y trabaja en su estudio jurídico, en Quito. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO
Lissette Pardo-Jijón. Abogada especialista en género
Esta abogada, especialista en temas de género, perdió a su hija Paula, en julio pasado. La bebé, de 1 año y dos meses de edad, sufrió de muerte de cuna. A la semana, mientras vivía su duelo, su pareja la atacó con un cuchillo. Estos eventos la han motivado a ayudar y defender a otras madres que viven situaciones similares.
"Mi Paula “es”, y no digo “fue”, porque “es“ mi sueño, mi amor y mi todo. Tenerla, para mí, fue como el clímax de la vida. Ella se fue cuando tenía 1 año y dos meses de edad. Fue muy doloroso. Le dio lo que se conoce como muerte de cuna. Se ahogó.
Generalmente, dormía con mamá; pero esa noche su papá la acostó en su cama. Estaba bien. Cuando la fui a ver, había trascendido. La ambulancia se demoró alrededor de 15 minutos en llegar, aunque estaba a tres cuadras. Eso fue horrible. Después de una hora y media ya me confirmaron que la nena había trascendido. Fueron momentos muy muy duros. Realmente sentí que se me iba la vida con la nena.
No sabía cómo iba a vivir, de qué iba a vivir, qué iba a hacer, dónde iba a dormir, o dónde iba a trabajar. Yo tenía todo, pero pensaba: ¡Caramba! ¿Qué voy a hacer a partir de ahora? Tuve que mudarme de casa porque no podía vivir en el mismo lugar donde mi nena había trascendido. En ese momento no entendía lo que era trascender. Entendía solo que se había ido y que me la habían quitado.
Se supone que tenía un compañero, que era su papá, que era quien me estaba apoyando, o al menos fingía hacerlo. Lo digo de esa forma porque, a la semana de lo de mi Paula, tuve de nuevo un encuentro con la muerte cuando él me quiso matar. Ahí el sistema también me falló. Aun teniendo el arma cortopunzante, le dieron 20 días de prisión.
Entendí que estaba 100% sola en ese aspecto. Toda mi familia vivía en otra ciudad y mi compañero me había agredido horriblemente. Entonces tuve que tomar fuerzas de estos dos eventos traumáticos para seguir.

Empecé a concentrarme muchísimo en cómo la sociedad percibe las muertes o trascendencias de niños pequeños, de bebés o incluso las pérdidas durante el embarazo. No existe ese respeto o acompañamiento en este tipo de duelos. A esos duelos la gente no les pone mucha atención.
Te dan el sentido pésame, pero no va más allá. La gente considera que, como no vivieron mucho, entonces no te duele tanto, pero te duele un montón. Acá en Ecuador pasa bastante. Una de cada cuatro mujeres ha tenido una pérdida y se estima que una de cada 10 ha perdido un bebé en los últimos meses de gestación o durante su primera infancia. Son números altos y es bastante triste.
De ahí nace la fuerza. Soy abogada y me dedico mucho a temas de género. Saber que fui una víctima, y lo que pasó con mi Paula, me ha dado la fortaleza para seguir luchando más y para crear fundaciones que ayuden a mamás que están pasando este tipo de situaciones. Quiero ayudarlas a que no dependan económica ni emocionalmente de un agresivo.
Si antes ya tenía la fortaleza de luchar por las mujeres, después de lo que me pasó, lo que más quiero es que las mamás estén en un ambiente muy sano para que puedan crecer con sus bebés.
Yo amo a mi hija con el alma y nunca me voy a reprochar de no haberle dicho “te amo”, porque le dije todos los días de su vida. Le di lo mejor de mí.
Económicamente le di todo lo que pude y más, pero hay muchas mamás que no pueden hacerlo y que sufren agresiones. Nadie tiene que pasar por eso.
Después de que mi hija trascendió, y de que yo casi trasciendo de una manera violenta, tuve que hacer varias terapias. Hago una de empoderamiento por la violencia que viví y la de tanatología que, de hecho, en Ecuador no encontré, así que tengo una tanatóloga argentina y una mexicana que trabajan en conjunto.
La tanatología es una terapia que se refiere netamente a cualquier tipo de duelo. Es una terapia bastante fuerte, pero te sacude la vida y te ayuda a entender que, si tú te quedaste, será para algo bueno. Como dicen, no puede haber un muerto y dos cadáveres.
Ahora siento el amor de mi Paula en todo momento y siento que siempre va a estar con nosotros. Me encanta abrazar el aire, por ejemplo. Entendí también el significado de trascender. Para mí, la vida cambió el momento en que comprendí que ya no podría ver a mi hija. Ya no la podría vestir, abrazar o cantar. De repente, recordé que antes íbamos al parque, que caminábamos, que salíamos al sol y que disfrutábamos de la lluvia.
Ahí comprendí que ella no se fue del todo. Su cuerpito se fue, pero su alma y su espíritu van a seguir aquí. La lluvia, el sol, el parque y las flores van a seguir en el mismo lugar y todo eso lo disfruté con ella. Entonces, cada vez que recuerdo o veo algo de esto, sé que vuelvo a ver a mi Paula".
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