No hay duda. La arquitectura vive una dicotomía entre la alta tecnología y la ecología.
Es innegable que el parametricismo determinará el futuro de la arquitectura en los próximos años. Pero tampoco es erróneo afirmar que la arquitectura amigable con el ambiente crecerá de forma importante.
El parametricismo, que en líneas generales busca la creación de un único estilo arquitectónico, se arrima en la ciencia y la tecnología para desarrollar soluciones más eficientes y adaptables a las variables ambientales más diversas.
No obstante la utilidad de las sofisticadas técnicas de diseño por computadora actuales, los cambios climáticos que ha experimentado el planeta han promovido que muchos profesionales dirijan su atención hacia las técnicas y materiales constructivos tradicionales.
¿Por qué? Porque se ha comprobado que son mucho más respetuosos con la ecología y que, incluso, pueden ayudar a mejorar las condiciones ambientales.
Por esas razones, han reaparecido en el escenario arquitectónico los muros de bahareque, los morteros de cal y arcilla, el adobe y muchos otros materiales que los constructores de la era de la máquina dejaron atrás favoreciendo lo artificial.
Ese es el escenario. El futuro sabrá que privilegia.