Efraín Soria y Javier Benalcázar se casaron este sábado 31 de agosto del 2019 en Quito. Foto: Eduardo Terán/ EL COMERCIO
Las palabras de la jueza Rosario Merizalde finalizaron con una frase ante la que Efraín no pudo contener las lágrimas. “Los declaro legalmente casados en nombre de la República del Ecuador”, dijo la representante del Registro Civil. Como otras veces, desde el 12 de junio, cuando la Corte Constitucional (CC) dio paso al matrimonio igualitario en Ecuador, Efraín llora de alegría.
Javier lo consuela. Le toma la mano y se la aprieta, mientras sonríen a las cámaras que permanecían atentas a la ceremonia, en uno de los patios del Centro de Arte Contemporáneo de Quito. Ahí la pareja contrajo matrimonio civil este sábado 31 de agosto del 2019, luego de dos meses desde que se aprobó en Ecuador, para parejas del mismo sexo.
Efraín Soria y Javier Benalcázar son la pareja por la que la CC discutió y aprobó el matrimonio igualitario en Ecuador, el pasado 12 de junio. Ese día se dio respuesta a dos consultas de norma solicitadas por dos instancias judiciales, sobre la causa de dos de las ocho parejas que se presentaron a casarse, teniendo todas la negativa del Registro Civil, a lo largo del 2018.
La Corte reconoció que la Opinión Consultiva OC-24/17 de la Corte Interamericana de Derechos Humanos es vinculante en Ecuador. En el documento se establece que los estados que forman parte del Pacto de San José, incluido el Ecuador, deben garantizar el acceso al derecho al matrimonio a parejas del mismo sexo.
Los testigos de Efraín y Javier fueron Freddy Lovato y Maria Freire. Ellos firmaron para que se concrete la unión de los activistas por los derechos de la comunidad Lgbti (Lesbianas, gais, bisexuales, transexuales e intersexo). También presenciaron la puesta de aros de la pareja, junto a todos los invitados: activistas Lgbti, defensores de derechos humanos, amigos y familiares.
Los activistas lograron que la Corte Constitucional fallara a favor de legalizar el matrimonio civil igualitario. Foto: Eduardo Terán/ EL COMERCIO
Efraín coloca el anillo y los asistentes esperan un largo discurso. Entre la emoción apenas alcanza a decirle “te amo, simplemente”. El turno de Javier. “Gracias por enseñarme que amar no tiene barreras, ni raza, ni género”, le dice. En él hay nervios desde los momentos previos a la boda. Al recibir a cada invitado suspiraba profundo, como si cada respiro le diera un poco más de fuerza para soportar la emoción.
“Estamos celebrando un canto a la vida”, dice Efraín. Y asegura que su ceremonia es una forma de educar a la sociedad ecuatoriana para que no exista discriminación y se respeten los derechos de la comunidad Lgbti.
Para el activista, aún hay mucho por recorrer en la lucha para conseguirlo. “Quisiera pensar que con el matrimonio hemos alcanzado todo pero no es así”. Con tristeza, asegura que es necesario reconocer que este mes han asesinado a tres personas trans y que eso significa que la violencia sigue siendo imperante en el país.
“¡Qué vivan los novios!”, gritaban activistas y amigos. Entre los invitados estaba Lorena Bonilla, representante de la Fundación Amor y Fortaleza, que trabaja por la niñez y adolescencia trans en Ecuador. Para ella, aunque el matrimonio igualitario es un paso importante, no resuelve la problemática de la comunidad Lgbti. Sin embargo -dice- permite mostrarle a la sociedad “que todos tenemos los mismos derechos”.
Espera que, si en algún momento los hijos trans de padres activistas como ella quieren contraer matrimonio, puedan hacerlo gracias a la puerta que se abrió este 2019 en Ecuador.
En el CAC, Efraín y Javier agradecieron la presencia de sus seres queridos. El primero empezó por su madre. “Mamá, gracias, te quiero muchísimo, dijo en público”. Luego suspira. “Gracias a la gente que cree en los derechos humanos, ¡salud!”.
Javier es de pocas palabras, pero precisas: “no importa cuánto amas sino cómo amas”. De esta forma ellos -él y él- se casaron.