En septiembre del 2020 apareció la primera alerta: en el océano Pacífico se habían instalado las condiciones características para el fenómeno de La Niña.
Casi dos años después, y luego de un ligero debilitamiento a inicios del 2022, La Niña todavía tiene estragos en países como Ecuador, donde las anomalías incluyen desde bajas temperaturas en el perfil costanero hasta intensas lluvias en la región amazónica.
Guillermo Flores, analista de pronósticos y alertas del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi), explica que la presencia de las corrientes frías de La Niña (en el Pacífico) y las de calor en la zona del Atlántico descompensa a las precipitaciones en el planeta. En este escenario, la lluvia es el mecanismo para compensar esta situación, tal como ha sucedido en los primeros días de julio del 2022.
¿Cómo se da?
El ENSO (El Niño Southern Oscillation u Oscilación del Sur – El Niño) es un fenómeno oceánico caracterizado por una interacción entre el océano y la atmósfera.
En pocas palabras se trata de un gigantesco bucle en el océano Pacífico que mueve masas de aire frío (La Niña) o caliente (El Niño).
En los dos últimos años, La Niña ha provocado que estas corrientes frías se desplacen por la atmósfera y choquen con las calientes que llegan desde el Atlántico. Esto provoca que los niveles de precipitación se incrementen como ha sucedido en las últimas semanas en países como Colombia, Brasil y Ecuador.
¿Se conocía que esto iba a pasar en el Ecuador?
La respuesta es sí. Tanto el Centro Internacional para la Investigación del Fenómeno de El Niño (Ciifen) y el Instituto Oceanográfico y Antártico de la Armada (Inocar) publicaron entre abril y junio del 2022 informes que alertaban de anomalías en las precipitaciones para este 2022 como consecuencia de La Niña.
De hecho, esta última institución señaló que: “En la región interandina se esperan precipitaciones dispersas y ocasionales, con eventos entre ligeros a puntualmente fuertes. En la Amazonía las precipitaciones se esperan sean dispersas y de variable intensidad”.
Asimismo, el Inamhi emitió una alerta temprana, el 2 de julio del 2022, en la que se advertía que varias de las provincias que ahora sufrieron estragos como inundaciones y aluviones estaban bajo amenaza por precipitaciones y aumento en los caudales de los ríos.
“Esto nos preocupa porque cada año van a pasar más cosas más extremas. Si tenemos más humedad en el ambiente, es más probable que haya más lluvias y más eventos de desastre porque cada vez hay más gente que se asienta en zonas vulnerables”, señala Flores.
Otro de los problemas que existe en el Ecuador, sobre todo en la Amazonía, es la falta de un sistema de monitoreo eficiente para emitir alertas tempranas. En este momento, según Flores, tan solo hay seis estaciones meteorológicas funcionales que les brindan datos sobre lo que sucede con el clima en la región. Esto resulta insuficiente para una zona tan vasta y con microclimas que cambian por factores como la proximidad a la cordillera andina.
Por ahora, la región se encuentra en una temporada de temperaturas frías en el Pacífico, lo cual podría tener incidencia en fenómenos como cantidades inusuales de precipitaciones y desastres para comunidades asentadas cerca de ríos, quebradas, entre otros.
Para los siguientes días de julio del 2022 existe la probabilidad de que haya una mayor presencia de sol y menos probabilidad de lluvia en la región amazónica ecuatoriana.