Lavando oro en la región Napo Norte. Leonardo Moscoso, Nociones de Geografía Física del Ecuador, 1926. Foto: Archivo
El Oriente es un paraíso de encantadores paisajes y singulares enigmas que hacen de esta una de las regiones llenas de promesa y esperanza para el futuro del país; sin embargo, no existen de ella mayores estudios históricos y antropológicos.
En el caso de la actual provincia de Sucumbíos, se tienen breves referencias escritas. Posiblemente una de las razones se deba al hecho de que la comarca fue parte de Colombia hasta 1916, cuando se definieron los límites entre Ecuador y Colombia, a través del Tratado Muñoz Vernaza Suárez, firmado en Bogotá el 15 de julio de ese año, entre los ministros de Ecuador, Alberto Muñoz Vernaza, y de Colombia, Fidel Suárez.
En él, “Ecuador reconocía la soberanía de Colombia del actual departamento de Putumayo, que tiene límites con el río Caquetá, territorio que quería anexarse el Ecuador, y por otra parte Colombia renunciaba a su aspiración de que su frontera fuera el río Aguarico, que era el límite del territorio de Caquetá y el Estado Soberano del Cauca durante el siglo XIX e inicios del siglo XX en Colombia hasta el año 1916. Finalmente, Colombia reconoce la soberanía del Ecuador del territorio comprendido entre el río Aguarico y el río San Miguel” (Prefectura provincial de Sucumbíos, septiembre 2020).
Existe un dato curioso sobre esta región, registrado en una carta dirigida en 1840 por Miguel Riofrío, natural de Ambato, al fraile mercedario Miguel Fuentes, administrador de la hacienda Pesillo, con quien el cauchero de oficio quería celebrar un contrato para proveer 20 arrobas mensuales de látex para elaborar ponchos, sombreros, mantas y botines de caucho, material que obtenía en la zona oriental. En una larga nota, le explicaba su trabajo y aventuras a fin de lograr su atención.
“En Lumbaquí, lugar identificado por los nativos como nacederos de agua, y vaya que sí los hay, por donde usted pasa, agua y agua, que ya cansa la montonera de vertientes. (…) hay una playa bastante grande a los pies del revoltoso cerro Reventador, que no deja de bramar todo el año, y la llamé Chumbaqui. Allí tengo una gran cantidad de árboles de caucho plantados a propósito, por cuanto el caucho silvestre es de mala calidad y produce poco resultado. (…) En este sitio trabajan veinte indios permanentes que cuidan y extraen la savia, que es de buena calidad, cuya muestra dejé a S.P. en junio pasado. (…)
“Estoy tratando de abrir trochas para sembrar más árboles, pero los indios que viven en el lugar que llaman Guamayacu no lo permiten, ya que están mal manejados por un cacique llamado Cascal, por eso todos dicen llamarse Cascales pero son muy agresivos (…). Me he aventurado más adentro llegando hasta el río Aguarico en procura de unas minas de oro que me habían ponderado. Llegué hasta la tierra de los Sucumbíos, indios diseminados que son rebeldes si se los provoca. (…) No pude hallar ni la mina y menos tierra amigable, porque todo es un infierno de selva y calor…”.
“Me llamó la atención la inmensa cantidad de alquitrán y tierra negra con desagradable olor llamado copey que hay en todas partes, sobre todo en las orillas de los ríos, lodo que ya es bien conocido por todos pero no se sabe para qué más sirve, a no ser para encender mecheros (petróleo de nuestros días. Ver el trabajo de Alain Laraque, Jean Loup Guyot y Rodrigo Pombosa, Hidroclimatología del Oriente e Hidrosedimentología de la cuenca del Napo, Institut francais d’ études andines, 2004) (…) Hice unos intentos de mezclar caucho con ese barro y da buen resultado para soportar las aguas, pero es muy pesado y de olor muy fastidioso, por lo que desistí de ello. Sin embargo, para noviembre que salgo llevaré una botella con este líquido, para que conozca S.P.” (Archivo del convento de La Merced de Quito, Informes hacienda Pesillo, 1841. Cartas de los administradores, Cuaderno Nº 3).
La actual historia social y administrativa de esta provincia, sobre todo de la parte norte, en la cual se halla el actual pueblito del Playón de San Francisco, (lugar de origen de Jonathan Narváez, Lenin Montenegro, Richard Huera y Santiago Montenegro, campeón de la última Vuelta Ciclística al Ecuador, entre otros) debemos hallarla en los informes proporcionados por religiosos, sobre todo carmelitas, quienes laboraron en esta zona luego de su llegada al país el 28 de octubre de 1928, durante el gobierno de Isidro Ayora, gracias al empeño de Mons. Alberto María Ordóñez, obispo de Ibarra, quien tenía mucho interés en crear la Prefectura Apostólica de Sucumbíos. (EL COMERCIO, 9 de junio 2019)
Sobre la razón del nombre de Sucumbíos, el padre Josepe B. (sic), italiano, de la comunidad de san Leonardo Murialdo, remite en 1923 un informe al Procurador de la Misión Josefina en Quito, señalando que “…he visitado la región del Alto Napo en donde hay varios grupos de nativos que tienen diferentes nombres. Todos ellos bien distinguidos entre sí, sobre todo por su lengua y vestimenta. En muchos casos son agresivos y peligrosos con los extraños, puesto que creen llegan a este lugar para llevarlos a la fuerza a trabajar en las minas de oro que hay en los ríos vecinos, como ya ocurrió hace varios años con un minero proveniente de la Sierra a quien dieron muerte por sus abusos (…) Llegué más tarde hasta las inmediaciones del río San Miguel en la parte cordillerana sitio habitado por algunas gentes que viven en la zona que llaman Sucumbíos (…) Averiguados los nativos qué significa ese calificativo, dicen que es el nombre del espíritu llamado Sucumby y que habita en medio de los montes y ríos formando paisajes verdaderamente hermosos”.
Todos los habitantes se consideran hijos de Sucumby y por ello dicen llamarse sucumbios, razón por la están obligados a rendirle homenaje en todo momento y antes de cualquier actividad humana. De allí que las mujeres para cocinar, tejer sus ropas, cestos y otras actividades; así como los hombres antes de ir a sus chacras o a cazar, rinden homenaje al dios y a su energía conocida como shiguar, que en lengua de ellos equivaldría a buena fuerza y protección que les proporciona el ser tutelar, que es uno de los hijos del dios que vive en las cumbres de cerro Reventador y al que le tienen mucho miedo por su mal carácter; sin embargo, este espíritu es de buen proceder razón por lo que todos los indios le guardan respeto y cariño (…) Todas estas creencias son positivas, porque ayudan al buen vivir de estas gentes…” (Cartas y varios, Misiones Oriente Ecuatoriano, 1920-1950) Biblioteca Ecuatoriana Aurelio Espinosa Pólit. s/n, traducción del italiano por el padre
Julián Bravo)
Sucumbíos limita al norte con los departamentos de Putumayo y Nariño, en Colombia; al sur con Napo y Orellana; al este con el departamento de Loreto en el Perú; y, al oeste con Carchi, Imbabura y Pichincha. Su capital administrativa es Nueva Loja (antes Lago Agrio), que tuvo un rápido crecimiento a partir de 1960, por la exploración de petróleo. Su nombre se debe a la numerosa presencia de lojanos que llegaron a este lugar buscando trabajo, luego de que el sur del país sufriera graves sequías.
Con el crecimiento poblacional, sus habitantes iniciaron gestiones en 1982 para lograr la provincialización. En 1987 ocurrió un devastador terremoto que aceleró las gestiones en el Congreso Nacional, el cual creó la provincia de Sucumbíos el 13 de febrero de 1989. Hoy tiene siete cantones.
*Doctor en Historia. Autor de varios libros sobre temas nacionales.