Esmeraldas, un manglar bajo custodia

62 hectáreas de manglar están bajo el cuidado de Asopesbunche.

La marea baja permite observar el paisaje que se dibuja en la playa de Bunche, rodeada por una extensa franja de manglar. Esta pequeña población del cantón Muisne está ubicada en la desembocadura del estuario del mismo nombre, en el sur de la provincia de Esmeraldas.
Cuando ha bajado el agua, 100 mujeres aprovechan para extraer las conchas de la raíces del manglar, en la parte más profunda del área en custodia. Las nativas se confunden entre las ramas de la floresta, mientras introducen sus manos en el espeso lodo. Ellas guardan cada unidad que extraen y, al mismo tiempo, recogen la basura plástica a su paso.
Jacinta Alvarado es una de las concheras más antiguas; lleva 55 años en esa actividad. “Hemos reforestado 20 hectáreas de donde ahora extraemos la concha y recogemos la basura que trae la marea”, asegura la conchera.
Hace dos años, el Ministerio del Ambiente entregó bajo custodia 62 hectáreas de manglar, a la Asociación de Producción Pesquera de Bunche (Asopesbunche), de la que es parte Alvarado.
Rosa Torres, presidenta de la organización, dice que los habitantes llevan 50 años al cuidado del manglar de manera ancestral, pero ahora se hace bajo responsabilidad legal, tras asumir la custodia.
En los años 80 y 90, la lucha por el cuidado del recurso fue contra las empresas camaroneras que arrasaron con una parte del recurso, sustento de las familias.
La población de Bunche está dentro del área de reserva. Por eso, el trabajo de concienciación es prevenir el uso del plástico y no contaminar el área protegida, hábitat de la concha, cangrejo azul, churos y peces típicos.
Las 26 socias realizan trabajo de reforestación de las áreas afectadas con el apoyo de otras entidades, pero también ayudan a reforestar otras superficies del estuario del río Muisne. En Bunche, la mitad de la población vive de la extracción de concha. Hasta hace 10 años, la producción diaria del molusco era de hasta 300 por persona, en la actualidad no supera las 100 unidades diarias.
Esa fue una de las razones por las que se pidió tener el uso y custodia del manglar por los próximos 10 años. Esto permitirá dar mayor cuidado al recurso que mueve la economía de las familias, explica Torres. Paralelamente, asumir el cuidado ha permitido fomentar el turismo, por eso se creó la Asociación de Servicios Turísticos de la Playita de Bunche, rodeada del espeso manglar de la zona.
Tomás Ortiz, presidente de la organización, explica que los nativos no solo ofrecen su variada gastronomía basada en los mariscos de la zona, sino que también hay recorridos turísticos por el manglar. La travesía por la reserva se hace a pie y son las mismas concheras las que dirigen la excursión por pequeños senderos trazados por ellas para llegar hasta los lugares de extracción.
Esa visita, que puede durar un poco más de una hora, no tiene costo alguno y es parte del servicio que ofrecen los pequeños emprendedores para crear conciencia sobre la importancia del recurso.
Cuando las mingas coinciden con la visita de los turistas, la comunidad los invita a recoger el plástico. Hace un mes retiraron 70 sacos de basura plástica del interior de la reserva. Al trabajo de protección de la zona se ha sumado la GIZ-Cooperación Alemana, que donó un bote para los recorridos al interior.