Las alertas tempranas, que avisan a los seres humanos sobre la inminente realización de sucesos y fenómenos naturales, siempre han existido. Esa era una de las funciones de las clásicas señales de humo de sioux, navajos, cherokees y más etnias norteamericanas.
También las señales marinas como cohetes, luces de colores y linternas autónomas ayudan a las embarcaciones que navegan a reconocer accidentes o sucesos naturales, como tsunamis.
Eventos geológicos como los sismos tienen, asimismo, sistemas de alerta temprana, que han sido programados para informar inmediatamente sobre sismos ocurridos, alertas por posibilidad de réplicas fuertes, alerta de enjambres sísmicos…
Con las erupciones volcánicas sucede lo mismo, en diversos parámetros. Controlar los flujos de lodo de los lahares es, talvez, el más importante.
Es un método de alta tecnología diseñado para que, en el momento que los flujos sobrepasen la altura considerada ‘segura’, se activen automáticamente todas las sirenas y otras alarmas de las zonas consideradas de riesgo. La señal es activada por un rayo láser de alta precisión que está colocado sobre las riberas de los ríos y que mide la altura de los cauces, según explicó el Ing. Pedro Cevallos, presidente del Colegio de Ingenieros Civiles de Rumiñahui.
Es un sistema caro (USD 800 000 más o menos) pero ‘esencial’ si se quiere salvar vidas. Con referencia a Los Chillos, tanto el río Pita como el Santa Clara deberían tener ‘obligatoriamente’ estas instalaciones. El Cutuchi, en Cotopaxi, igualmente.
Se supone que se está tramitando su adquisición. Los ciudadanos deben exigir su colocación inmediata a los municipios. Pero ya…