Es el único hotel en Ambato donde los muebles y adornos están a la venta. El Plaza Hotel Boutique La Roka tiene esas características que llaman la atención de los comensales y turistas que arriban semanalmente a Ambato.
El cliente, incluso, puede comprar una réplica de la cama en la que descansó durante la noche. O también llevarse una copia de los muebles o adornos de los salones y de los restaurantes.
Es un lugar acogedor ubicado en el barrio El Español, uno de los sitios tradicionales del centro de la ciudad. Sus casas añejas de piedra, bahareque y techos de teja están matizadas con construcciones de arquitectura moderna.
En las 15 manzanas que integran el corazón colonial sobresalen edificios de estilo Republicano como la Gobernación, Municipio, Colegio Bolívar, La Providencia, la iglesia Medalla Milagrosa, el mausoleo de Montalvo, la Casa del Portal, entre otros.
La Roka está dentro de ese listado. Su fachada imponente de piedra tallada color gris con balcones, ventanas con arcos de medio punto y columnas del mismo material le dan un atractivo que es imposible de no ver.
En La Roka, la mayoría de los objetos de madera, lienzos, esculturas, figuras metálicas o de cerámica que decoran los interiores tienen un estilo antiguo. Y lo mejor: están a la venta.
El edificio de dos plantas es parte de la cadena de hoteles Boutique Cialcotel, una empresa nacional que reúne a un grupo de negocios de similares características. En la lista están Rumipamba de las Rosas, Carvallo Boutique, Patio Andaluz, San Mateo, La Piedra y Quinta Loren.
Lorena Andrade y su hija Daniela Álvarez fueron las diseñadoras de La Roka. Ellas dirigieron la obra de restauración para transformarlo en un lugar de tranquilidad y con ambientes tranquilos y propicios para recargar energías a los cansados turistas o a los estresados ejecutivos.
El objetivo del diseño es transmitir un ambiente familiar y que los clientes conozcan la tipología de la arquitectura caracterizada por las columnas y muros de piedra y zócalos.
En la rehabilitación se implementó un sistema para el drenaje del agua de lluvia y una cubierta metálica con planchas de policarbonato. La estructura y las características interiores del edificio se mantienen.
Todos los ambientes se distribuyen a través de un patio central cuadrado donde las columnas dóricas se unen con arcos de medio punto. Estos detalles vuelven sobria a la edificación.
La casa cuenta con un gran salón de actos para 100 personas. En el salón sobresale el color rosado que crea una atmósfera distendida y propicia para disfrutar. Los muebles también armonizan con la decoración simple de ese espacio localizado en la segunda planta de la casona.
Andrade añade que la decoración está acorde con el gris de la piedra descubierta. “La característica de la construcción es la roca, de allí toma el nombre pero con la K”, dice Andrade.
El sitio de alojamiento está matizado por la combinación de la madera considerada como un material noble, térmico y decorativo y la piedra tallada, que rescata el diseño de 1900 y resalta similitudes arquitectónicas con las casas solariegas antiguas.
En La Roka se rescatan diversos aspectos culturales que se hallan en los rincones acogedores. La cafetería es el lugar preferido para los visitantes. Alrededor de esa área hay sillas de madera con cojines de lana. Además está ambientada con espacios verdes con geranios rojos y orquídeas.
Adentrándose más al interior, está el restaurante con un estilo colonial. Las artesanías y objetos antiguos como cuadros, planchas y lámparas tipo farol dan la sensación al visitante de encontrarse en un museo que se puede recorrer a cualquier hora.
La Roka cuenta con siete habitaciones, una suite, restaurante con área interna y externa, sushi bar, cafetería, salón para seminarios y convenciones. Además, un salón para eventos sociales, Internet Wi-Fi en toda el área del hotel y parqueadero privado.
Su estructura fue construida con madera y hormigón armado. Cada habitación tiene una decoración diferente. “Eso impacta a los turistas que llegan de todas partes del mundo”, explica Daniela Álvarez.
En todos los recodos resaltan los colores andinos, pero el que más sobresale, especialmente en las fachadas, es el gris de la piedra y el blanco en las habitaciones.
La rehabilitación y recuperación de las gradas de madera con estrechos pasillos dan la impresión de antiguedad. También se mantienen los cielos rasos de latón importado desde Francia. Estos confieren elegancia a las áreas de la segunda planta.