La arquitectura educativa pública quiteña vive un repunte importante. En las últimas semanas se han inaugurado las nuevas instalaciones de dos colegios tradicionales de la capital.
A la refrescante arquitectura del nuevo campus del Colegio Nacional María Angélica Idrobo, ubicado en la zona de San Enrique Velasco, al occidente de El Condado; se unen siete novedosos, funcionales y coloridos bloques del campus de la Unidad Educativa Eugenio Espejo.
La ampliación o segunda etapa del nuevo campus de la querida escuela Espejo fue un trabajo de equipo. En él participaron en forma permanente y durante siete meses, 30 técnicos y 350 obreros. La obra fue construida por la Alcaldía de Quito, a través del Instituto Metropolitano de Patrimonio (IMP).
La inversión del Municipio de Quito en la escuela emplazada en Pusuquí fue de USD 7 629 993,97. El área es de 13 000 m².
El diseño estuvo a cargo del taller de arquitectura Al Borde, conformado por David Barragán, Pascual Gangotena, Enrique Villacís y Cynthia Ayarza. Con ellos colaboraron Érika Muñoz, Diego Núñez, Carolina Rodas, Julián Dávalos y Xavier Mera.
Los diseños estructural, eléctrico e hidrosanitarios fueron de los ingenieros Guillermo Gómez, Fabián Alarcón y Luis Morales, respectivamente. La empresa constructora fue Riascos y Riascos.
La coordinación general, obviamente, estuvo en las manos del IMP.
La etapa culminada está conformada por cinco bloques de aulas para los niveles de primero hasta décimo de educación básica, un bloque para párvulos y otro de laboratorios y biblioteca y expresiones artísticas .
Todos estos volúmenes están articulados a través de caminerías con suaves rampas con un gran patio central.
Cada bloque de aulas tiene la planta baja libre, para ser utilizada para diversas actividades recreativas y culturales; dos plantas altas con seis aulas cada una con capacidad máxima para 35 alumnos por aula.
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