A l ritmo que le permiten sus 78 años, Manuel Cumba acomoda una cama y una mesa al interior de su casa nueva. Se trata de una vivienda de 18 m², construida con paredes de madera prefabricada y techo hecho de hojas de metal. Cumba está agradecido por su nuevo hogar. No es para menos, la choza -de paredes de bahareque y techo de paja- en donde dormía, está a punto de caerse. “Lo que más me sorprendió es que construyeron la casa en dos días”, comenta el anciano, mientras acomoda sus pertenencias en la que es su nueva morada.Pero Manuel Cumba no es el único contento. Como él, 31 ancianos más de la comunidad indígena de Cumbas Conde, en Cotacachi, Imbabura, recibieron una casa emergente de la fundación Un Techo Para mi País. Se trata de una ONG que trabaja en 16 países de Latinoamérica, entre los que ya esta el Ecuador. “Una de nuestras fortalezas es que trabajamos con la mano de obra de voluntarios”, dice Mónica Soria, directora social de la fundación. El último fin de semana, precisamente, Un Techo Para mi País arribó a Cumbas Conde con 250 universitarios de Quito, Guayaquil y Cuenca. Luis Pichamba, vicepresidente de la comunidad, recuerda que llegaron a la 01:00 del sábado. Y, a las 08:00 varias cuadrillas ya estaban instalando la infraestructura. La tarde del domingo fue la inauguración. Las casas se construyen sobre la base de 15 pilotes que las aíslan del suelo. Eso las protege de la humedad, inundaciones y plagas, cuenta. Manuel Cumba está entusiasmado. Inclusive ya instaló cables eléctricos y un foco, que le aseguran alumbrado en la noche. César Loza, técnico del Patronato Municipal de Cotacachi, recuerda que todo se inició hace tres meses. Esta institución había identificado que en Cumbas Condes había varios ancianos viviendo en casas que estaban a punto de caer. Es por eso que los directivos del Patronato se contactaron con los voluntarios de Un Techo Para mi País. Durante dos meses los voluntarios de la fundación realizaron encuestas y estudios de factibilidad. Finalmente, el 18 de septiembre llegaron con el material a bordo de seis camiones.Manuel recuerda la alegría de Samir Ahmed, coordinador Detección y Asignación. Él les explicó que estas casas emergentes tienen un promedio de 7 años de vida. Pero con mantenimiento pueden duplicar ese tiempo. Ahora la fundación se prepara para intervenir en las provincias de Manabí y Bolívar.