La expansión de los cultivos y la tala de árboles han afectado la biodiversidad de la zona. Foto: cortesía Jorge Brito.
La deforestación en los Andes ecuatorianos ha puesto a los bosques de polylepis como uno de los ecosistemas con mayor amenaza en esta región. La expansión de los cultivos y la tala de árboles para obtener madera han causando cambios en la distribución y abundancia de la biodiversidad en esta área, ubicada en el norte del país.
Un estudio reciente evidencia el impacto de las perturbaciones, causadas por los humanos, en estos bosques milenarios del Carchi. Estas acciones han llevado a una reducción de las poblaciones de los mamíferos pequeños no voladores en la zona.
Jorge Brito, mastozoólogo del Instituto Nacional De Biodiversidad (Inabio) y uno de los autores del estudio, explica que la investigación se inició en el 2010 y el trabajo aún continúa. Para evidenciar el impacto de la deforestación en las especies, decidieron comparar la presencia de estos mamíferos en un bosque prístino con la situación de estos animales en otro sitio cercano, que había sido talado hace alrededor de 50 años.
Estos roedores son parte de los pequeños mamíferos no voladores que viven en los bosques prístinos y degradados de Polylepis, que se ubican en Carchi. Fotos: cortesía Jorge Brito.
El primero fue elegido por ser un remanente de bosque primario con árboles que alcanzan más de los 1 000 años de antigüedad, mientras que en el segundo, solo el 5% de su área cuenta con árboles de polylepis maduros.
Para contabilizar la cantidad de fauna en cada hábitat, se utilizaron dos rejillas con trampas vivas y se fue marcando a los especímenes. En el primer bosque pudieron encontrar 87 ejemplares de ocho especies, mientras que en el bosque modificado se encontraron 60 individuos de seis especies.
En el estudio se reveló que en el bosque prístino existe una mayor riqueza y abundancia de mamíferos pequeños no voladores. Además, con base en los resultados, los investigadores creen que las especies especialistas de hábitat son más susceptibles a la pérdida de bosque y al cambio en el ecosistema, que las generalistas de hábitat. Estas últimas fueron encontradas en mayor abundancia en el área modificada.
Brito explica que las especialistas son aquellas que presentan hábitos de vida selectivos, mientras que las generalistas pueden ser más tolerantes, lo que hace que puedan habitar o adaptarse a los medios de su entorno. Esto se pudo ver con ejemplos como el ratón andino dorado (Thomasomys aureus), un especialista de bosque fue más abundante en el hábitat prístino. El ratón andino de páramo (T. paramorum), por otro lado, es un generalista de hábitat y fue dominante en ambos sitios.
El investigador dice que, por lo general, cuando un bosque es perturbado las especies especialistas suelen abandonar el lugar, dejando una “vacante” para que las generalistas puedan usar el espacio y consumir los recursos.
Estos roedores son parte de los pequeños mamíferos no voladores que viven en los bosques prístinos y degradados de Polylepis, que se ubican en Carchi. Fotos: cortesía Jorge Brito.
Esta situación puede ser favorable para ciertas especies, pero puede crear un desbalance en los ecosistemas. Cada organismo cumple un rol determinado, ya sea como predador de insectos o de vegetación, así como de dispersores de semillas. Las especies especialistas son las que cumplen con algunos de estos roles y, con la ausencia de estas, queda un vacío que no puede ser llenado.
Los cambios en la vegetación también tienen impactos en la temperatura. En el bosque primario, los troncos tienen diámetros que pueden superar los 100 centímetros y sus ramas se entrelazan sobre los 10 a 12 metros de altura. Por otro lado, en el bosque perturbado, los troncos no superan los 30 centímetros de diámetro y alcanzan una altura máxima de 6 metros.
Estos polylepis de menor tamaño permiten que haya más espacio para que la luz ingrese al interior del bosque. Esto puede ser favorable para las otras especies vegetales que aprovechan para crecer y poblar el bosque, pero afecta también ala distribución de la fauna, que está acostumbrada a otras condiciones climáticas.
Brito explica que, aunque este estudio se centra en los mamíferos pequeños, la modificación del hábitat tiene un efecto en cadena, ya que estos animales son la fuente de alimentación para otras especies, como lobos de páramo, chucuris, tigrillos y rapaces.
Para el investigador, es necesario detener el avance de la frontera agrícola e implementar un sistema estatal de reforestación de las áreas altoandinas para prevenir la extinción de estos bosques y su fauna.