Afros, chachis y éperas venden productos tejidos a mano con fibras naturales. Foto: Marcel Bonilla / EL COMERCIO
Diez puestos de artesanías funcionan los fines de semana en las afueras del coliseo de la parroquia Borbón, norte de la provincia de Esmeraldas, como parte de la reactivación económica impulsada por afros, chachis y éperas.
Bajo las diez carpas cedidas por el hospital de la localidad, los artesanos ponen sus productos sobre mesas plásticas de 06:00 a 18:00, los días sábados y domingos.
Ahí se venden artesanías hechas en piquigua (fibra natural), chocolatillo, caña guadúa, calabaza, concha de coco, así como instrumentos tradicionales como marimbas, bombos, cununos y maracas, construidos con cedro y pambil.
Los dulces tradicionales elaborados a base de coco son expuestos por las integrantes de la Asociación de mujeres agroproductoras del bajo Borbón, quienes también elaboran aceite de coco 100% natural.
La asociación musical y artesanal Madera Metálica fue la proponente de la feria artesanal, una vez que se levantó el estado de excepción para Eloy Alfaro y San Lorenzo.
Mientras duró esa medida, por los problemas en la frontera norte, los habitantes de ambos cantones fronterizos aseguraron que las ventas bajaron en más de un 60% .
Borbón es una de las poblaciones donde confluyen los ríos Cayapas, Ónzole y Santiago, en los que se asientan poblaciones afros, chachis, éperas y awás, también afectadas por la crisis del norte, según Moisés Quiñónez, exjefe político de Eloy Alfaro.
Esa parroquia es el eje comercial donde se abastecen unas 400 comunidades de tres nacionalidades y pueblos afros, en las que se promociona el ecoturismo.
Elisa Quiñónez elabora sombreros, sillones, bolsos, monederos y carteras en piquigua, una fibra que se cosecha en las poblaciones de Borbón.
Después de tres semanas de haber empezado la feria, señala que de apoco se mueve la economía de los habitantes que bajan por el río para abastecerse de mercancías para la cabecera parroquial.
También los chachis que habitan en la parte alta de Borbón, conocida como barrio API, sacan sus artesanías como canastos, paneras y cuchareras elaboradas con fibra natural. En esta localidad, los nativos producen pulseras, mantas y a la enseñanza en una escuela bilingüe, desde donde se observa el centro de Borbón.
Los indígenas chachi que están en Pichiyacu, El Progreso, Viruela, Calle Mansa, Telembí y Zapallo Grande bajan por el Cayapas con sus canaletes, canoas, abanicos y la producción de plátano para la venta.
Rocío Añapa elabora con sus familias canastos grandes, medianos y pequeños para ofrecerlos en la feria. Ella cree que con la tranquilidad que se vive en la frontera, el turismo internacional regresará a la zona para potenciar las ventas.
La mayoría del turismo que viaja hacia las comunidades ancestrales pasa por Borbón, donde toman lanchas para llegar hacia su destino. “Los extranjeros son los principales compradores de artesanías”, señala Añapa.
Los éperas también muestran sus artesanías hechas con chocolatillo, una fibra que se cosecha en la parte del bajo Borbón; material que vistosidad a los canastos con lores negros, rojos y amarillo. Cinco mujeres de esa nacionalidad participan de la feria y viajan desde la población de Santa Rosa, ubicada a 30 minutos de Borbón. “Estamos seguras que la activad comercial se va a reactivar, porque han sido seis meses sin poder vender los producido”, dice Lucía Tascón.
El presidente de la asociación musical y artesanal Madera Metálica, Juan Pablo Garcés, asegura que la proyección es extender las ferias hasta diciembre.