Sí, fue un día miércoles, ese 28 de octubre, cuando el Presidente de la República invitó a un debate televisivo, a tres de sus detractores, en torno al asunto económico del país; a él lo acompañaron dos dignatarios públicos especialistas en la temática.
Sucedió en el 2000, año iluminado para la ONU por dos loables iniciativas: 1. Las Metas y Objetivos del Milenio (ODMs) y 2. El Pacto Global. La primera, una obligación sacramentada por las naciones que nos prometió lograr, hasta el 2105 -este año-, 8 objetivos de altísimo impacto que van desde la disminución de la extrema pobreza hasta el logro de la sostenibilidad del medio ambiente. La segunda iniciativa de ONU, en el 2000: un pacto, que hoy lo componen 12 000 instituciones -¡doce mil!- entre empresas y otras organizaciones, de 145 países del planeta Tierra, respecto a 4 temas trascendentes: A. Derechos Humanos, B. Estándares laborales, C. Medio Ambiente y D. Anticorrupción (éste se dio después, en el 2004).
Roque Morán Latorre / Columnista invitado Trascendentes para Quito y el planeta, la sostenibilidad y la responsabilidad social. Por eso resultaría insensato no referirme al evento -y sus implicaciones- del pasado 25 de julio, denominado “Foro Quito hacia una cultura de responsabilidad social”, al que fuimos invitados por Mauricio Rodas, alcalde de la ciudad capital.
Algunos desafíos del mundo actual: no a la nueva idolatría del dinero, no a una economía de la exclusión, no a un dinero que gobierna en lugar de servir, no a la inequidad que genera violencia, no a la acedia egoísta, no al pesimismo estéril, no a la mundanidad espiritual, no a la guerra entre nosotros. Acerca del bien común y la paz social: el tiempo es superior al espacio, la unidad prevalece sobre el conflicto, la realidad es más importante que la idea, el todo es superior a la parte.
Plausible es que el actual Gobierno inste a que las entidades públicas rindan cuentas a la ciudadanía; penosamente, pobre e ineficaz resulta tal cometido, cuando, por un lado, no despierta el suficiente interés y, por otro, parece que la oportunidad se aprovecha para autoalabanzas y empalagosos halagos. Cansinos actos se dan con tal propósito que, a la larga, más intentan cumplir una disposición que a someter sus acciones, de manera objetiva, al escrutinio público y a una indispensable retroalimentación desde los ciudadanos.
Todos los tiempos han sido desafiantes para la familia pero hoy, como nunca antes, inmersos en la era de conocimiento y de la comunicación, una avalancha relativista haciendo uso de todos los recursos disponibles, en especial, de ciertos medios de comunicación, las redes sociales y los adelantos tecnológicos, degrada e intenta socavar a la familia, ocasionando desorientación, conflicto y angustia entre los cónyuges y, en general, impactando a muchas personas que no aciertan dónde resguardar y hacer crecer los valores trascendentes; dolorosamente, muchos sucumben ante un mundo materialista, facilista, comodón y con falta de armas eficaces que los proteja.
Un nuevo año se ha venido como torbellino a un mundo que no tiene tregua, que intenta conservar su aliento pero no logra contener la vertiginosidad del tiempo que abruma, que transcurre su cotidianidad en lo superfluo, con un materialismo que arrasa. En medio de este aturdimiento ¿pretendemos una sociedad mejor? Pero… parece estar soslayado que, primero, deberíamos esforzarnos por ser mejores nosotros mismos.
Evangelii Gaudium, traducido a nuestro idioma "La alegría del Evangelio". El papa Francisco ha titulado así a su primera exhortación apostólica, publicada hace unos días por el Vaticano.
Responsabilidad Social (RS) es un tema que, como otros a su tiempo, ha suscitado múltiples interpretaciones y actitudes. Sin embargo de su progreso, con paulatino avance durante los últimos 12 años, se ha ido afianzando con base en iniciativas de aceptación mundial; pero aún es un campo de errónea aplicación, de superficialidad, de maquillaje de imagen y hasta de descargo de conciencia.
¿Se acuerdan cuando se construía el OCP y de tanta vicisitud alrededor de la más grande inversión que, a la sazón, se iniciaba en Ecuador? Eran los primeros años del tercer milenio. Aún ni se aprobaba el proyecto cuando los reputados "agoreros del desastre" vaticinaron un futuro aciago para las zonas impactadas; los más fantasiosos se crucificaron en los árboles, pintarrajearon con color sangre sus desnudos pechos, gimieron y lloraron por lo que -decían- sucedería si se impulsaba esa "maldita" obra: desaparecerían los pajaritos y la biodiversidad de Mindo, eriales y tierras yermas serían la consecuencia de tan "maléfica" construcción, los nativos y habitantes de la ruta -afirmaban- resultarían enfermos y sumidos en la pobreza al tener que abandonar sus tierritas. Interminable listar el séquito de las tragedias profetizadas .
De manera impactante nos sorprendió la muerte de Christian Benítez. Incredulidad, desasosiego y pena, amasijo de sentimientos cuando se nos adelanta a la eternidad una persona querida. Apoteósica la despedida, gran despliegue mediático, emotivos detalles de cariño, afecto y admiración desde muchos de los rincones del país y del mundo.
"«Masculino» y «femenino» diferencian a dos individuos de igual dignidad, que, sin embargo, no poseen una igualdad estática, porque lo específico femenino es diverso de lo específico masculino. Esta diversidad en la igualdad es enriquecedora e indispensable para una armoniosa convivencia humana".
No es fácil encontrar, o construir, una definición justa y completa de "empresario", cuando de un tiempo a esta parte, de manera estrepitosa, ese término se ha devaluado; me refiero tanto al ámbito nacional como al internacional, ya que empresas de renombre en los países llamados "desarrollados" o "industrializados", de Norteamérica y del resto del mundo, han fracasado escandalosamente, obligando a que los respectivos gobiernos de esas naciones -y sus ciudadanos- carguen con la responsabilidad ajena de afrontar inconmensurables daños en una cadena de embates económicos, sociales y ambientales.
La siglas corresponden, la primera, a "Philosophiae Doctor" (siglas en latín) y, la segunda, por favor, no lo interpretemos mal, a "hijos de la patria". Según cuentan, en Ecuador, hay pocos PhD y, lo sabemos bien, muchísimos HdP. Por todo lo acaecido, se ha exacerbado, en este último tiempo, hasta volverse casi una ansiedad, el asunto de la "diplomitis"; muchas de las calificadas como mejores y también de las otras universidades del país mantienen parte de su cuerpo docente esforzándose por conseguir tal título, que les permitiría operar como un alma máter de clase "A".
Lastimadas pero incólumes se yerguen la verdad, la justicia y la libertad. A través de milenios perduran inmutables como puntales trascendentes para la humanidad. No obstante coexisten desde siempre con las miserias humanas: maldad, odio, mentira, hipocresía, cinismo, engaño, en su infausta e insólita tarea -felizmente fracasada- de intentar opacar lo que brilla con radiante luz.
Han pasado algunas décadas desde que voté, por primera vez, para una elección presidencial y para los personajes del Congreso, hoy, Asamblea Nacional. Lo hice con civismo, -no lo oculto- hasta con ilusión, siempre, con esperanza de tiempos mejores para los ecuatorianos. En más de una ocasión defendí con furor a los candidatos de mi preferencia: discusiones en familia, entre amigos y en otros ambientes; esto duraba hasta que se oficializaban los resultados electorales, cuando aún humeaban rezagos de fogosas contiendas electoreras. Después de la fiesta y algarabía de los triunfantes, hayan sido, o no, mis votados, surgía, durante los meses siguientes, la expectativa, la esperanza que no quería morir hasta, finalmente, sentir desengaño -en no pocas ocasiones- hasta vergüenza, al palpar la realidad de que el país, una vez más, quedaba defraudado. Hubiera querido que el título de este artículo sea, más bien, “votaré por”, en vez de empezar con un satírico “no”; pero, ante semejante baratill
Abruma el progreso material de la sociedad que se debe, en su mayor parte, a los avances científicos y tecnológicos tan sorprendentes de nuestra era; la ciencia y el conocimiento superan límites inimaginables, donde el hombre se solaza pletórico de autosuficiencia y poder; se percibe como insaciable su búsqueda de bienestar y comodidad; sin embargo, como sorprendente es ese progreso, alarmantes se manifiestan las brechas entre grupos sociales, que se ahondan cada vez más, especialmente, en el ámbito económico-social.
Los últimos Juegos Olímpicos imprimieron una diferencia notable con los anteriores. Nos preguntamos ¿hasta dónde vamos a llegar?
Complejo y desafiante administrar una ciudad como Quito, capital de los ecuatorianos, con múltiples dificultades que emergen en medio de colinas y quebradas; una urbe con obligado crecimiento longitudinal, tanto, que ha rebasado los valles aledaños de Los Chillos y Tumbaco; en el sur y el norte, respectivamente, poblaciones como Tambillo y Guayllabamba, que antes eran lejanas, ahora son vecinas.
Acerca de la visita papal a México y a Cuba no han faltado las noticias sesgadas, los consabidos y agrios comentarios, recalcitrantes, desbordantes de incomprensión, escurridos en la ignorancia y atiborrados de insólita amargura, en un fallido intento de escudriñar resquicios de mal donde sólo existe abundancia de bien.