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¡Eso es! Entre saltos y brincos son las cosas ahora último y todo con un fin, extraño, si se considera que la consecución de votos no es la búsqueda del bien de la mayoría, fin que debería perseguir todo Gobierno nacional o local. Producen leyes como cucarachas por alcantarilla. Amenazan con prisión para casi todo, desde si uno abre la boca, es decir, se expresa libremente, hasta si uno aprieta el acelerador más de lo debido. ¡Uy, qué miedo! El pico y placa ya no sirve para nada ni produce “cervecitas” para la Policía, porque está en manos del Municipio. Pero así, queja, tras queja, podemos seguir y no habrá página ni publicación que baste para descargar lo que sufrimos a diario, a excepción, claro, de la publicidad gubernamental y ahora municipal que llena las pantallas en todo momento y ocasión. ¿La solución? Concienciarnos, pasar la palabra, conversar, no dejarnos acallar y menos sentir miedo, aunque sí da.
Tengo la certeza que una de las especialidades del ejército es la logística. El orden, la racionalidad con la que organizan sus movimientos para ganar una batalla, no se diga una guerra, como en un juego de ajedrez para los mortales. Más aún si el Presupuesto del Estado se duplica en poco tiempo para la compra de más armamento, en un país que debería dedicarse a la búsqueda de la paz, no sólo en el idioma de las agotadoras y aburridoras, repetitivas y cansonas sabatinas, sino en la realidad manteniendo nuestras fronteras pacíficas sin armamentismo. Pero el día mismo de la celebración de la paz, de nuestra integridad, fue una guerra campal para los ciudadanos que sí tenían la obligación de cumplir con su trabajo diario.
Soy positiva, como todo miembro de una sociedad pretende serlo, y deseo encontrar hasta en lo peor lo bueno de la ciudad que ama. Busco a diario y en todo momento una buena excusa para, ese día, sentir gusto por vivir en la capital de un país que lleva títulos excepcionales, como Patrimonio Cultural de la Humanidad y la ciudad que toca el cielo, entre muchos otros con los cuales nosotros mismos la hemos bautizado. Me encanta la imponente naturaleza que nos rodea y aunque ahora último ha estado fría y lluviosa, me encantan sus cielos azules. Pero, poco a poco, su brillo desaparece cuando abro mis cortinas y ya desde un piso alto veo a 12 policías en un mismo redondel haciendo su agosto con una solución a medias que no ha servido de nada, como es el pico y placa, cuando sus calles están rotas y llenas de parches, me imagino el tráfico que debo soportar hasta el lugar de trabajo y me da escalofrío y para colmo, veo que la mayor preocupación del Alcalde, que no sé si existe en realidad, a
Nada que más me llame la atención, igual que a muchos visitantes, que la feria inmobiliaria que se lleva a cabo en Quito, considerando sobretodo, que no es la única que se realiza en la ciudad ni en el país. Clara demostración de una ciudad que crece a velocidad vertiginosa, donde apartamentos y casas, en la urbe o valles circundantes, se venden con rapidez impresionante. Incluso permitiendo al posible comprador escoger, a su gusto y necesidad, entre casas de USD 20 000 hasta otras por cantidades mucho más altas. Se ofrece por doquier construcciones inteligentes, novedad en los últimos años, para vivienda u oficinas en zonas comerciales o empresariales. La ciudad se expande a lo largo de grandes avenidas y calles más pequeñas, en urbanizaciones o exclusivas torres, casas unifamiliares o adosadas.
Este feriado con tinte religioso nos permite movilizarnos a la playa, al campo o quizá una estadía en casa. Permitámonos un asueto mental; del congestionamiento del tráfico para lo que no se hace nada. Que de pronto la vía hacia el valle de Tumbaco será más congestionada aún por dos razones, la apertura del nuevo aeropuerto y la increíble construcción de dos moles comerciales a menos de 5 km entre ellas. De la política, que presagia un año agresivo, si se toma en cuenta que periodistas, instituciones y personas que diferimos, son corruptos. La idea no era recordar los problemas sino alejarnos de ellos, sumergiéndolos en el arte, la música y la creación de una artista, que solo se puede describir como increíble.
Quito se convirtió en una urbe invivible, lejos de la franciscana imagen. Más allá de la inseguridad que aumenta desenfrenada, pasando por la ciudad agresiva de ánimo, en donde los pitos e insultos van de acuerdo al nivel del descuido de los problemas serios, mientras vemos que las jardineras de los parterres y parques se renuevan y ¡vuelven a renovar!, las soluciones que necesita verdaderamente se esconden detrás de toda la cosmética. El tránsito se ha vuelto inmanejable para las autoridades policiales y municipales. Pero todo es fácil de entender, falta la experiencia y ganas verdaderas aun cuando la publicidad del Cabildo cambie de manos y lleguen al rescate los expertos presidenciales, ya que el Alcalde y su popularidad ponen en riesgo la de otro, ahora que la reelección es inminente para algunos.
Somos ciudadanos comunes sin apoyo especial de instituciones que deberían servir a un país sin hacer diferencias. No tenemos poderes especiales. Si cometiéramos un error, ¿cómo actuaríamos? ¿Podríamos perdonar sin olvidar? ¿Cuál sería, entonces, la intención del perdón? ¿Qué significado tienen perdón u olvido?
No quiero leer la prensa, no importa de qué país, cuando los titulares hablan justamente de la falta de libertad de expresión, de la falta del poder sobre nuestras ideas. Las fotos reseñan la incontrolable felicidad de los líderes nacionales ante un triunfo que en realidad es una gran pérdida, la desaparición de un derecho innato. La prensa no escribe novelas o cuentos, informa hechos investigados y comprobados, más aún cuando estos se representan abiertamente, sin vergüenza, con énfasis en el uso equivocado del poder.
Espadas van y espadas vienen. Las acusaciones y desacuerdos vuelan. Entrevistas y desmentidos. Parece guerra, aunque a veces, dudo si siquiera hay revolución, aunque sí cambios, unos buenos, otros re malos. Espadas que causan gran conmoción en épocas ya convulsionadas por noticias que desalientan si dejamos todo de lado y solo nos referimos a libertades.
Los países desarrollados socialmente son aquellos en los que la solidaridad es una práctica común. Seguramente, no habrá mediciones al respecto, pero es un principio necesario si se piensa no sólo en el bien propio, sino en el comunal que lleva al buen vivir, al bienestar y a un crecimiento generalizado y sustentable. Habrá que cambiar y eliminar ciertas ideas de desunión y separatismo, individualidad y desprecio que se utilizan en discursos y en la práctica misma.
Estamos de vacaciones y en un estado de mente diferente mientras juego con los granos de arena entre mis dedos. Millones de granos de arena forman una playa, activos, que se mueven con las corrientes y los vientos y, de cómo estas pequeñas formas son tan parecidas a los humanos. En otras palabras, creo en la posibilidad de ser un grano de arena que junto a millones más se unan en la búsqueda de una solución, de forma tal para vivir una vida mejor.
La gastronomía de un pueblo es la historia viva, aquella que se disfruta a diario y que para extranjeros es la base de un turismo excitante lleno de sabores y colores que difieren de su propia cultura. Henry Richardson, cocinero o en términos internacionales, chef reconocido, es uno, entre muchos otros, que luchan a diario y, en su propio estilo, por revivir y poner en boga nuestra variada, rica y única cocina. ¿Hablar de cocina en una columna de interés nacional?
La obra vial en Ecuador adelanta positivamente hacia una importante red de comunicación que favorecería el comercio y el turismo, convirtiéndose al tiempo, en una trampa mortal para ignorantes irreflexivos que creen que hay que aplicar presión a fondo al pedal de la gasolina para demostrar sus destrezas. La cultura vial, gracias a la total falta de control policial e inclusive conocimiento de las leyes de tránsito por parte no solo de los conductores sino de la autoridad misma, es inexistente. Fatídica combinación de elementos que no se desarrollan a la misma velocidad. Una moderna red de carreteras debería indispensablemente ir de la mano de una real cultura vial. Tamaña incongruencia que llena las primeras planas de dolorosas imágenes.