La obra vial en Ecuador adelanta positivamente hacia una importante red de comunicación que favorecería el comercio y el turismo, convirtiéndose al tiempo, en una trampa mortal para ignorantes irreflexivos que creen que hay que aplicar presión a fondo al pedal de la gasolina para demostrar sus destrezas. La cultura vial, gracias a la total falta de control policial e inclusive conocimiento de las leyes de tránsito por parte no solo de los conductores sino de la autoridad misma, es inexistente. Fatídica combinación de elementos que no se desarrollan a la misma velocidad. Una moderna red de carreteras debería indispensablemente ir de la mano de una real cultura vial. Tamaña incongruencia que llena las primeras planas de dolorosas imágenes.
A la par con la construcción de modernas vías, aparte de controlar los temas técnicos como el peralte, materiales, ubicación e importancia, se debió pensar en el factor humano, es decir, quienes las utilizarían. Conductores de todo tipo de vehículos que desconocen la consciencia civil, indispensable para el uso de las mismas. La educación vial se basa en leyes cuyo conocimiento es obligatorio y su práctica estricta, sin excepción alguna y, a un control infalible por parte de la autoridad pertinente, cuerpo policial que, frecuentemente, ni siquiera conoce o no practica las reglas básicas del manejo civilizado.
Claro está que si la Policía de Tránsito, implícita conocedora de leyes y normas, se hace de la vista gorda cuando ve a un joven al mando de un tráiler de carga o transporte interprovincial, es causante directa de posibles desastres. Si prefiere no percatarse de los cientos de conductores irresponsablemente ebrios, será culpable directa de un posible accidente que acabe con una o más vidas. Cargará con igual responsabilidad que el conductor, con la muerte en sus conciencias. Conductor inconsciente que, con licencia en mano, sube el velocímetro al máximo, maneja pensándose inglés por el carril izquierdo a paso de tortuga y, se toma unas copitas y se cree en comando de sus habilidades. Imposible no culpar a los poseedores de licencias emitidas a diestra y siniestra sin la menor seriedad.
Tamaña incongruencia seguir ampliando la red vial sin conciencia de que quienes controlan o utilizan sus carriles no tienen la necesaria educación porque nada se hace para reforzar el indispensable conocimiento de la ley y su práctica. Incongruencia tamaña la de fortalecer la red vial sin darle importancia al crecimiento de la conciencia de la autoridad y el conductor. Equivalente a un gran edificio sin columnas que lo soporten. Es el momento de iniciar educando y capacitando paralelamente al crecimiento de la red vial, concienciando respecto a la ley y su responsabilidad.