La gastronomía de un pueblo es la historia viva, aquella que se disfruta a diario y que para extranjeros es la base de un turismo excitante lleno de sabores y colores que difieren de su propia cultura. Henry Richardson, cocinero o en términos internacionales, chef reconocido, es uno, entre muchos otros, que luchan a diario y, en su propio estilo, por revivir y poner en boga nuestra variada, rica y única cocina. ¿Hablar de cocina en una columna de interés nacional?
El viajero busca experimentar la vida lo más cercana al ecuatoriano y, además de todos los caminos que se le propone, incursiona en la aventura de los sabores del diario vivir. Desgraciadamente, como tan acertadamente asegura Richardson, ¿qué podemos mostrar y, en consecuencia esperar, si los jóvenes ya no reconocen el arroz de cebada de los lunes, una buena sopa de chuchuca o una timbushka, un chihuil o un maito y las han cambiado por hamburguesas, salchipapas o, peor aún, un tiradito peruano.
Concuerdo con el chef, la generación que las prepara con secretos propios, va desapareciendo y con ella nuestra maravillosa y diversa gastronomía.
Una geografía tan amplia en cuanto a la variedad de productos que crecen en ella, sumado a microclimas tan diferentes, son la razón de esta gastronomía única que ni los propios conocen, menos, los extranjeros. Aún pensamos que no es valiosa ni elegante; como siempre, despreciamos lo nuestro y valoramos lo extranjero, simplemente porque no es propio, complejos que deben desaparecer.
Para lograr un producto turístico completo, no bastan la naturaleza, la multi etnicidad, el arte monumental y las artesanías, aún cuando entre ellas esté el Panama Hat; el círculo se completa con la gastronomía decidora de mucho con sabores y aromas sobre nuestra inigualable riqueza. Pero, a pesar del fabuloso trabajo que está realizando Henry Richardson en la recopilación de recetas ecuatorianas para la creación de un libro que documente la variedad y riqueza que poseemos; entre ellas, recetas de chefs, familias y zonas que varían tanto entre sí; recetas probadas a las que no les cambia el fondo, sino solo la forma, es decir la presentación, este trabajo no basta sino es mancomunado. El gremio debe pensar en la competencia no como enemigos y, entre todos, ser los creadores de una gastronomía que se venda al mundo con el indispensable apoyo de un Ministerio de Turismo consciente de la riqueza más inexplorada y rica de nuestro país: la historia culinaria. Es momento que se destine una suma importante dentro del presupuesto que se brinda al desarrollo del turismo que demuestre que Ecuador tiene una gastronomía de exportación y que reciba su justo sitial entre las del mundo.