pcuvi@elcomercio.org
Domingo 8 pm. Se abre el telón y empieza ‘El vecino de arriba’, con Diego Peretti, ese narigón que era el psicólogo de la serie En Terapia. Un cague de risa en una sala llena de gente que ha venido al teatro toda la vida.
Salimos por la avenida Corrientes. El centro señorial y afrancesado que conocí hace cuatro décadas está muy venido a menos, plagado de edificios feos, tiendas de baratijas y fastfoods. En el Obelisco, un grupo con palos y banderas grita contra un supuesto golpe de Estado. Me acerco a preguntar dónde. En Bolivia, renunció el Evo. Me inhibo de aclarar que fue él quien dio dos autogolpes. Si abro la boca, el golpe me lo llevo yo.
¡Qué fin de semana: Lula sale de la cárcel, Chile se incendia, vuelve el peronismo! La maldición del peronismo se retroalimenta con la eterna derrota que canta el tango. Con el desarraigo, la metafísica de barrio y los dramas de bragueta que fuimos a oír y ver bailar anoche en el teatro Astor Piazolla: entre ‘Adiós nonino’ y ‘Balada para un loco’ no hay nada que agregar.
Bueno, sí: cuando le dije al taxista que nos traía de Ezeiza, el viernes, que a veces escribo sobre política me preguntó si venía a la reunión del Grupo de Puebla. Respondí hecho el gil si se refería a esa asociación de ladrones presidenciales y prófugos de la justicia. Me aclaró que las acusaciones contra Cristina eran un montaje de la derecha y que todo se iba a aclarar. La impunidad, pensé, el sueño de Correa, que no vino a la cita pues tiene pánico de que lo atrape la Interpol. El taxi nos dejó en Palermo, en el apartamento Airbnb de Bruno, hijo de un cardiólogo que trabajó mucho en Guayaquil con la Junta de Beneficencia. ¡Mirá vos la coincidencia! Bruno nos recomendó El Trapiche, donde sirven el mejor bife de chorizo de Palermo, dijo. Tenía toda la razón. Y el Malbec también.
El sábado vuelvo a Bulnes y Santa Fe, en busca del sobrio edificio donde entrevisté a Velasco Ibarra en 1975. Milagrosamente sigue en pie y una placa de bronce recuerda al expresidente en la fachada. Caminamos por Palermo hasta el Malba, a mirar la excelente colección de arte latinoamericano.
Abro el Clarín: con su cara de melancolía e intrascendencia, Alberto Fernández se abraza con la cúpula de la CGT y declara que gobernará con ellos. Es fácil: un sindicalista le aconseja que ponga a funcionar la maquinita de imprimir billetes. Cristina se mueve tras bastidores y el general Perón vigila desde el cielo: ¡Perón, Perón, qué grande sos! 70 años suicidándose con la misma canción.
Independiente del Valle derrota a un equipo argentino, se corona campeón sudamericano y nadie le para bola. El panorama pinta color de hormiga. Vamos más bien a la feria de antigüedades de San Telmo, donde se pueden adquirir los vestigios de este país borgeano que alguna vez fue el quinto del mundo.