La atribulada época en que vivimos, plagada de corrupción, asesinatos, fallos judiciales subastados, extorsiones, secuestros y estafas planificadas, obliga a que, para rescatar la honradez y la ética, en los sectores públicos y también privados, destaquemos la vida de una persona excepcional.
Ha fallecido el General Solón Espinosa Ayala, un ser humano virtuoso calificado por sus biógrafos como “Sencillo y sincero como el que más” “hombre de convicciones y de enorme fortaleza moral, que procuró identificarse con los grandes ideales de la patria apoyado en sus valores espirituales y morales en cualquier función castrense o civil que le cupo desempeñar. Su vida ha sido lucha constante para ser útil y vivir sirviendo al país”
En el Colegio Militar, Eloy Alfaro fue nombrado Brigadier Mayor por sus múltiples méritos. Se graduó como subteniente de Infantería con la primera antigüedad. Posteriormente, alcanzó el título de ingeniero civil en la Escuela Técnica de Ingenieros, con las notas más altas. Cuando ascendió al grado de coronel ingresó a la Academia de Guerra, de la que egresó, con el primer puesto. En su tesis de grado dio mucho valor a los partidos políticos y expuso que “los partidos políticos no han logrado una madurez y conciencia de sus obligaciones y han explotado la ignorancia de los pueblos, de una falta de popularidad, de ingenuidad de las grandes mayorías, campeando en todo el tiempo la demagogia y el engaño, el fraude y la traición” (Una realidad que dolorosamente perdura)
En el régimen militar de 1972-1976 del general Guillermo Rodríguez Lara, el coronel Solón Espinosa fue primeramente designado Asesor Presidencial y luego Contralor General de la Nación.
Encontró a la Contraloría obsoleta, los sistemas financieros no eran confiables y el personal no estaba adiestrado. Generó un sistema moderno de auditoría gubernamental contenido en la Ley Orgánica de Administración Financiera y Control (LOAFYC). La Contraloría General, de la Nación, totalmente reformada, por la gestión del general Espinosa, experimentó un gran reconocimiento nacional e internacional.
Por su gran capacidad gerenció varias empresas privadas y fue nominado presidente de Petroecuador. Posteriormente, fue nombrado ministro de defensa con la satisfacción de toda la nación.
A los 31 años de edad, mientras estaba de agregado militar en Washington, fue víctima de cáncer de tiroides, lo operaron y mejoró temporalmente, pues tuvo que ser reoperado. Un nuevo cáncer, de riñón, culminó con la extirpación de uno de los dos órganos; fue sometido a 15 intervenciones quirúrgicas, pero nunca disminuyó su ritmo de trabajo. Ingresó como voluntario ad honorem a SOLCA (Sociedad de Lucha contra el Cáncer) núcleo de Quito y luego fue invitado por el presidente, Dr. Julio Enrique Paredes, a formar parte del Consejo Directivo; con la renuncia del Dr. Paredes fue nombrado como el nuevo presidente. Su esposa, la señora María Almeida de Espinosa, constituyó el abnegado apoyo permanente y colaboró con la labor altruista de su esposo, dirigiendo a las damas voluntarias de SOLCA.
La inteligencia, la capacidad administrativa y el humanismo, que caracterizaron al General Solón Espinosa, constituyeron la gran fuerza impulsora del crecimiento Institucional, marcado por una evolución ascendente desde cuando SOLCA funcionaba en el Hospital Eugenio Espejo, o en el San Juan de Dios o en la casa de la Shyris, hasta el amplio hospital, en cuya construcción participó directa y profesionalmente, como ingeniero.
Este Hospital en el que el numeroso y bien capacitado personal de la salud, administrativo, técnico, de mantenimiento, más el voluntariado, constituyen el ejército que lucha contra el cáncer, bajo la dirección del nuevo presidente y la colaboración del Consejo Directivo que, con el entusiasmo y el tesón heredados del gran gestor, el General Solón Espinosa, han seguido trabajando por brindar la atención de la más alta calidad a los pacientes.
Gracias, General Solón Espinosa por lo que fue su vida y por esta gran obra que lleva su nombre. El Señor lo tendrá en su gloria.