Se llama la casa del Mesón y está ubicada en el centro histórico de Quito, en la calle Maldonado, cerca de la Plaza de Santo Domingo. Fue el hogar de la familia Espejo-Aldáz durante la Colonia. Hoy su estado es deplorable.
Antes de la llegada de los Incas, hace mil años, había una vía de entrada al sur de Quito a través del Tiangues -mercado preincaico-, que subía por la actual Recoleta, área de recogimiento administrada por los padres dominicos, en tiempos coloniales, más tarde convertida en centro ferial y luego en un enorme sitio que ocuparía el Ministerio de Defensa. En ese tramo, se ubicaron mesones y hospederías, y por este motivo esta vía se conoció en la Colonia como la calle del Mesón.
Eugenio de Santa Cruz y Espejo -médico, periodista, abogado, bibliotecario y precursor- nació en Quito el 21 de febrero de 1747. Su padre, Luis de la Cruz y Espejo, casado con María Catalina Aldáz y Gordillo, adquirió en 1758 por remate público una casa en la calle del Mesón (hoy Maldonado), y allí se instaló el hogar de los Espejo-Aldáz. La niñez y juventud de Eugenio Espejo transcurrió entre ese escenario y el Hospital San Juan de Dios donde laboraba su padre.
A principios del siglo veinte, la calle Maldonado obtuvo importancia con la llegada del ferrocarril, la instalación de industrias textiles y los famosos molinos Poultier. Y desde el Arco de Santo Domingo -pasando por la Recoleta- hasta el río Machángara, se regeneró este paseo histórico. La casa de la familia Espejo pasó de manos, hasta constituirse en refugio de gente menesterosa, y lo que es más grave: en un espacio olvidado por las autoridades nacionales y municipales.
Esta casa constituye un patrimonio cultural de la ciudad de Quito y del Ecuador, y debe convertirse en un museo: la Casa del Libro. La ciudadanía exige un pronunciamiento urgente del señor burgomaestre y de los señores concejales, y que esta vergüenza sea reparada con un proyecto integral de recuperación de esta joya histórica y cultural.
¡No es justo que la casa de Eugenio Espejo, por mil títulos, el precursor de la nacionalidad ecuatoriana, quede en la orfandad!