I.- En silencio y poderoso: Son las 21:24, las calles lucen vacías, transitadas por la soledad y el frío. En una sobria y elegante oficina, a media luz, hay un hombre joven, de contextura atlética, está solo, ensimismado en sus pensamientos y preocupaciones. Está confundido, siente angustia en su estómago, la presión y lo que se está jugando, él y su familia es fuerte, es cosa seria… En la habitación de al lado, se escuchan discretas voces distendidas. Vestido con un impecable terno oscuro, camisa blanca, corbata, zapatos negros, está sentado en el sillón más importante. Sus manos sobre el escritorio – en el que descansa casi olvidado, en fina vajilla, una bebida caliente que emana un agradable aroma – escritorio testigo a lo largo de los años de decisiones nacionales trascendentales; el mismo que, como imán, no le deja alejarse de las viejas prácticas. De música de fondo, se escucha la lluvia, cayendo maravillosamente en la plaza, salpicando e iluminando sus miles de gotitas con gracia la calzada.
Se inclina hacia atrás, pone sus manos en su nuca y pone rebeldemente sus pesados zapatos sobre el viejo y poderoso escritorio “Vaya tan joven, y qué rápido y lejos he llegado…, nunca me supuse tan pronto estar sentado aquí”, piensa mientras siente que su ego se eleva por encima del Pichincha; ego alimentado por las miradas bien intencionadas de manos limpias y abrazos sinceros; pero, también por los adulos, por las sonrisas postizas, por la obediencia de conveniencia…
Por haber nacido en una de las familias más adineradas, desde pequeño recibió alta educación y, atenciones preferenciales, a lo que está acostumbrado; pero, ahora los privilegios del cargo presentan nuevas sensaciones y connotaciones, revisten solemnidad, protocolos, sirenas y altas preferencias, produciendo un poderío que embriaga, que enceguece, que resta claridad para entender con objetividad y tranquilidad las circunstancias de Estado.
II.- Las sombras y la luz frente a frente: Levanta los ojos y mira por la ventana, cuyas cortinas están abiertas, tratando de encontrar luces, claridad, respuestas, pese a la oscuridad de la noche y de las circunstancias. A través de las copas de los centenarios árboles de la plaza, a un costado, entre la danzante neblina, como una pintura borrosa la Catedral aparece majestuosa. De repente, su frente se frunce, le viene a la cabeza las provocaciones de asambleístas, para sus adentros les dice “miserables”, quieren guerra, al igual que el resto de opositores y enemigos. Momento en el cual, su ego acompañado de la vanidad salta felinamente al escenario de las emociones, venganzas y desmedidas ambiciones, y le dispone en tono desafiante: “esta es tu oportunidad, eres poderoso, debes perseguirlos y aplastarlos…; pero, si debes reunirte en la oscuridad con ellos para puntuales intereses, pues hazlo, los medios están justificados con tal de cumplir los fines. Estás acostumbrado a ganar, no puedes pasar la vergüenza de perder, nadie que te enfrente puede salir vencedor, tus enemigos deben sentir pavor, y si quieren guerra – guerra tendrán …”
Mientras, en un espacio junto a su alma, hay un rincón de reflexión, de luz, quizás de paz, su conciencia, la misma que sabiamente le dice al oído de la razón: “los obstáculos son parte del camino, hay que enfrentarlos con valentía e hidalguía; no debes gastar tu energía en destruir porque te desenfocarás y te destruirás; sino que, debes, alineado a tu propósito construir y cumplir, ya que te forjarás y construirás. El poder es para servir, no para atacar o vengar. Una cosa son los asuntos personales y familiares y, otros, muy distintos, sagrados y primordiales son los gubernamentales, los cuales debes priorizar, excusándose, educada y sensatamente de los otros, y con mayor motivo de existir, ya sea real o aparentes, conflicto de intereses. El poder es poderosamente efímero, no te acostumbres ni aferres, mejor suelta, entrega lo mejor y el permanecerá y/o vendrá solo… La pleitesía es al cargo, no a la persona, no te confundas, por tanto, es vacía y efímera también. El cargo es temporal, la persona no, por consiguiente, hay que conservar la humildad, el agradecimiento y el sentido de cumplimiento… Desde siempre, lo que más vale son los principios, las transparentes intenciones y efectivos resultados, por consiguiente, si quieres dejar huella, debes enfocarte aguerridamente en ese norte, no gobernando para el apresurado y barato aplauso inmediato, sino para las letras de gloria, escritas con tinta de honor en la historia… ¡Cuidado! no vendas tu alma al diablo, te quemarás y arrepentirás; no te confundas entre el tentador y corto camino de lo conveniente, frente al difícil y trascendente camino de lo correcto…”.
III.- La contienda no es con el opositor, sino consigo mismo: El joven se siente poderoso, pero extremamente expuesto, ha caído en cuenta que, sus actos, palabras y gestos son medidos y observados milimétricamente; ahora todo es cálculo y poca espontaneidad, es decir, reducida libertad. Ha llegado a entender también que, el dinero da poder, pero el poder político es aún más poderoso, y poder conjugar ambos poderes es poderosamente atractivo, efectivo y adictivo, lleva la adrenalina en una poderosa carrera a otro nivel, que contados poderosos pueden llegar a experimentar… De repente, cae en cuenta que han pasado algunas horas, es la 01:20 de la madrugada, ha parado de llover, pero hace más frío. El lugar, en las noches, es infinitamente solitario; se escuchan ruidos, sonidos, voces, que parecería que quisieran gritar y escapar por los poros de los misteriosos y antiguos pasillos y paredes del palacio, para contar los secretos de Estado escondidos y/o sepultados en sus entrañas.
Se levanta, debe retirarse, abre la puerta, afuera le esperan su seguridad, la luz encendida de la habitación le encandila, como le encandila aquella confrontación entre su ego y vanidad con su conciencia; y, se pregunta en silencio ¿a cuál hago caso? Camina con paso firme, mirando adelante, tratando de encontrar una salida…