El trabajo histórico no es nuevo en América Latina. Desde las primeras décadas de la vida de los Estados latinoamericanos se ha escrito y se ha enseñando historia como una justificación de la vida de nuestros estados nacionales. Las “historias patrias” han sido ejes de la identidad de los países, de los sistemas educativos y las visiones oficiales de nuestra realidad. A veces también han sido utilizadas para fundamentar la crítica contra el orden prevaleciente.
El eje de la visión nacional de las historias ha sido la idea de que las naciones latinoamericanas y especialmente las andinas, son soberanas y homogéneas. Pero esos dos ejes están ahora en cuestión. Los Estados-nación que surgieron en el siglo XIX sufren una aguda crisis. La identidad latinoamericana enfrenta el gran desafío de su redefinición. La humanidad toda enfrenta un cambio global civilizatorio, que se ha dado en llamar “globalización”.
En nuestros días, no solo las historias, sino los proyectos nacionales enfrentan el desafío de la globalización. Los Estados-nación surgidos en la matriz decimonónica han llegado al final del siglo XX con un cuestionamiento de fondo a sus principios de territorialidad, soberanía y pretendida unidad étnica y cultural. El cuestionamiento a los Estados nacionales, que se ha extendido también como consecuencia, a un cuestionamiento de las historias nacionales, proviene de dos fuentes, una de tipo externo y otra de raíz más bien interna.
El cuestionamiento externo viene de un proceso de mundialización del capital y del mercado, en el que la comunicación y la cultura también cumplen un rol globalizador. En nuestros días los Estados, aún los más poderosos, han ido cediendo protagonismo como actores del escenario internacional a las grandes corporaciones multinacionales. La concentración del capital va paralela con la concentración de la ciencia, la tecnología y la información. En el mundo globalizado el papel de la Organización Mundial de Comercio o el Fondo Monetario Internacional es determinante. Y la influencia de los grandes medios de comunicación como las cadenas informativas y el Internet es inédita.
Por otra parte, la función de los organismos de la comunidad internacional ha ido rebasando las viejas concepciones del Derecho Internacional y ha ido creando no solo mecanismos de presión militar sobre los Estados, sino una trama jurisdiccional que se sobrepone a sus instituciones internas. En el último medio siglo se han venido dando, además, procesos de integración entre países que han pasado de alianzas permanentes de comercio y mercados comunes a proyectos acelerados de unidad política ante los cuales los Estados ceden partes significativas de su soberanía.
Una historia de la integración es un elemento fundamental para enfrentar el mundo globalizado que vivimos.