La figura de Luisa González vuelve al centro del debate político tras nuevos episodios de tensión dentro del movimiento Revolución Ciudadana. Excandidata presidencial y actual líder visible de la bancada, por ser presidenta del movimiento González ha aparecido como protagonista en decisiones clave de los últimos días, como la expulsión del asambleísta Sergio Peña.
Su rol ha sido interpretado como una señal de mando, mientras persisten dudas sobre la verdadera capacidad de liderazgo dentro de una organización en conflicto.
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La ruptura con Peña se suma al reciente enfrentamiento entre el expresidente Rafael Correa y el alcalde de Guayaquil, Aquiles Alvarez, por la elección de su abogado defensor.
Ambos episodios reflejan fracturas internas que se agudizan tras la derrota electoral de abril de 2025 y han puesto en duda la cohesión del bloque legislativo y del movimiento en general.
Expulsiones, enfrentamientos y tensiones sin canal interno enfrenta Luisa González con la Revolución Ciudadana
La Revolución Ciudadana anunció la expulsión inmediata de Sergio Peña este 29 de mayo de 2025, a través de un comunicado en el que lo acusó de deslealtad, oportunismo y traición. La decisión generó reacciones internas y externas, y expuso nuevas fisuras dentro del movimiento.
En respuesta, Sergio Peña publicó un mensaje en su cuenta de X en el que cuestionó duramente a ciertos integrantes del movimiento. Afirmó que: “las manzanas podridas están a favor de la delincuencia”, “les mienten a sus propios militantes”.
Sostuvo que son “apenas tres o cuatro”, pero hablan como si representaran un proyecto político, cuando a su juicio no lo hacen. También dijo que son “las mismas que pierden elección tras elección por ser sectarias” y concluyó que “los verdaderos traidores a la patria son quienes anteponen sus intereses personales por encima del bienestar del país”.
El ‘shock’ que vive el correísmo
Jacobo García, analista político, considera que la Revolución Ciudadana atraviesa un “shock” luego de las elecciones y que la dirección política está concentrada en Rafael Correa desde el exterior.
“No es lo mismo que tú combatas desde otro país sin cargo institucional a Noboa, que si eres un alcalde o una asambleísta”, señala. En ese contexto, considera que Luisa González no ejerce un liderazgo autónomo, sino que funciona como enlace. “Luisa es el alfil de Correa, la policía política de Correa”, afirma.
García sostiene que, tras una derrota electoral, los partidos suelen iniciar procesos de renovación interna, pero que en RC “no hay discusión interna ni disputa sana por el poder“. Para él, episodios como los enfrentamientos con Peña o Alvarez reflejan esa falta de estructura para procesar los conflictos.
Luisa González y la Revolución Ciudadana
Para la consultora política, Grace Jiménez, la crítica pública de Luisa González marca un punto de quiebre. “Sin duda marca lo que podría ser el final de la Revolución Ciudadana como lo que hemos conocido hasta ahora”, afirma.
Advierte que el grupo orgánico del correísmo no está interpretando el escenario político de forma amplia, mientras el gobierno de Daniel Noboa posiciona a exmilitantes correístas en espacios estratégicos.
Jiménez señala que hoy “la Revolución Ciudadana desgranó”, y compara el momento actual con lo que ocurrió durante el gobierno de Lenín Moreno, cuando se difundió el caso Arroz Verde. En cuanto al rol de González, sostiene que no ha mostrado liderazgo propio. “Luisa González siempre ha sido básicamente una empleada de la Revolución Ciudadana. No una militante, sino alguien que trabaja para un partido político”.
A pesar de que reconoce una renovación generacional dentro del movimiento, con figuras como Jhajaira Urresta, Gissella Garzón y Paola Cabezas, Jiménez cree que se necesita una renovación del discurso y una estrategia enfocada no solo en el bloque legislativo, sino también en los gobiernos locales que aún controla la organización.
El desafío estratégico rumbo a 2027
Grace Jiménez advierte que la Revolución Ciudadana debe reorganizarse políticamente para sostener los espacios que aún mantiene, como las alcaldías de Pabel Muñoz en Quito o Aquiles Alvarez en Guayaquil. Considera que el partido necesita un equipo político y legal sólido que defienda a sus cuadros territoriales ante el avance del Gobierno Nacional.
También plantea que es necesario “dejar la figura de Correa” y proyectar nuevos liderazgos que entiendan el momento actual del país. “No es el país de 2014, ni de 2013 o 2009. Es un país diferente, con nuevas necesidades y una nueva forma de hacer política”.
Para la consultora, el correísmo debe sentarse con sus bases y replantear sus objetivos a futuro. La meta debe ser enfrentar con claridad las elecciones de 2027, en un escenario donde el presidente Noboa concentra el poder político, el control de funciones del Estado y el dominio de la agenda mediática.
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