Urge hablar de Quito como una ciudad que requiere soluciones inmediatas para sus problemas estructurales. Urge porque a los ya graves conflictos urbanísticos se suma una crisis de inseguridad. Tampoco se puede olvidar la problemática social que genera una ciudad de estas dimensiones.
Quito, por su condición de capital, siempre ha enfrentado problemas con su seguridad. Sin embargo, hechos como el del viernes 23 de junio, atemorizan a una ciudad que por mucho tiempo se consideró ‘franciscana’. Un atentado, en la mañana y en una de las avenidas más transitadas de la metrópoli, cala en la psiquis de cualquier ciudadano. Un joven abogado fue la víctima del ataque.
La última semana también se vieron imágenes de actos de violencia en el Comité del Pueblo, un barrio popular de Quito. En el lugar hubo enfrentamientos entre habitantes del sector con presuntos delincuentes. Hubo un muerto, una persona herida y daños materiales por un incendio. Los moradores del sector tienen que lidiar con bandas identificadas, además de problemas de servicios básicos y hasta de movilidad.
Los asaltos a los comercios, robos y ataques en el transporte y hasta modalidades como ingresar a estacionamientos de edificios son cada vez más comunes, o las denuncias de la llegada de los conocidos ‘vacunadores’ a barrios y parroquias hacen que los ciudadanos sientan que alguien debería actuar.
El Gobierno central ha hecho poco por mejorar la situación. Aunque la seguridad no es competencia de la Municipalidad, posiblemente es el momento de que se sumen esfuerzos desde la Alcaldía y otras instituciones públicas y privadas para evitar que la ola de inseguridad crezca. Mucho se habla de un trabajo integrado y multidisciplinario, pero poco se dice del celo que existe a la hora de actuar. ¡Es hora de pensar en el bien común sobre el particular!
Las empresas privadas también tienen que sumar con una visión de ciudad y no solo pensar en su metro cuadrado. Muchas veces el aporte privado termina solo con entrega de recursos, cuando puede que sea hora de un aporte mucho más estratégico con una visión de inteligencia, de comunidad y no solo de dinero.
Los candidatos a la Presidencia tienen en sus propuestas de campaña, planes para enfrentar los problemas de inseguridad que afronta el país. Pero se sabe que esos son solo proyectos que pueden quedar en meros anuncios para ganar un voto.
La sociedad, los barrios, los vecinos son también actores importantes para estructurar un gran plan. Es difícil organizarse, muchos saben que incluso en los propios edificios es complejo generar la participación de los dueños y arrendatarios de viviendas. La mayoría prefiere el silencio o la pasividad, incluso, cuando se ven afectados, otros prefieren criticar o solo alzar la voz en un chat de WhatsApp, pero cuando realmente hay que actuar desaparecen. Los habitantes de Quito deben unificar su voz para enfrentar a los que quieren dañar la convivencia en una ciudad que siempre fue pacífica.
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