No cabe duda que las mujeres vivimos nuestro mejor momento. El 8 de marzo, millones -muchas acompañadas por sus parejas- salieron a las calles en todo el mundo para demandar el respeto a sus derechos, a su integridad personal, a su autonomía, a su vida, a sus derechos sexuales y reproductivos que incluye el aborto. Las manifestaciones multitudinarias en las capitales europeas no sorprendieron, pero sí aquellas en Estambul, Islamabad, Delhi. Me siento particularmente orgullosa por la nueva generación de mujeres ecuatorianas que ha puesto al feminismo “el principio de igualdad de derechos entre hombre y mujer” presente en el debate nacional. Las hay radicales, monotemáticas, multitemáticas, transversales, inclusivas, preocupadas por el eje de raza y género, GLBTI concentradas, feministas pop y aquellas del clóset, las que en la práctica pelean su igualdad, pero no se reconocen como tales. Todos los adherentes convencidos o no convencidos son importantes para dejar atrás la violencia, el machismo.
Aún celebrando la diversidad, creo que hay dos temas absolutamente prioritarios en el Ecuador.
El primero es el tema de la violencia, donde apenas se ha pasado una ley para contrarrestarla. Y aunque la presencia de Berenice Cordero y Rocío Rosero es ya una buena señal, el cambio tomará al menos una generación más.
La total despenalización del aborto es otra lucha importante. Es increíble que al 2018 en el Ecuador todavía estemos peleando porno criminalizar mujeres vulnerables que deciden abortar. Como señaló el Colectivo Mujeres Sin Voz, se llega al punto de negarles atención de salud urgente para primero llamar a Fiscalía a ver si las acusan. Despenalizar el aborto en casos de violación, riesgo inminente para la madre y retraso mental, es un mínimo inaceptable. Y seguimos sin siquiera poder garantizar estas tres causales. Si no fuera por la insistencia de activistas como Virginia Gómez de la Torre, seguiríamos obviando el derecho general, a pesar de ser fundamental para la salud –física y mental- de las mujeres. La total despenalización del aborto es lo realmente ético. Es ya increíble sostener de que se trata de un asesinato. Si el ser humano se establece con la unión del espermatozoide y el óvulo en un solo genoma, entonces porqué los que se oponen no están en contra de la fertilización asistida donde miles de genomas se descartan o se congelan a discreción.
Es no haber entendido que la condición humana es una definición filosófica, no biológica y que es socialmente construida. Lo que es verdaderamente inhumano y violento es forzar a miles de mujeres -sobre todo adolescentes- a tener hijos no deseados ó en circunstancias calamitosas. Ni el estado ni ninguna persona tiene el derecho a imponer la maternidad a ninguna mujer, peor, a juzgarla por no aceptarlo. Es hora de dar la pelea completa y lograr la despenalización del aborto, un derecho humano que ya no puede esperar.