Atrapados en nuestro diario convivir y sus problemas, solemos pensar en las desdichas del mundo como si fueran historias de ficción o lamentables realidades que conciernen siempre a otros. Nunca pensamos que los inmensos glaciares de los polos continúan derritiéndose, porque el noticiero no ha dicho nada sobre ellos; y si hay noticias que hablan de incendios pavorosos, compadecemos durante diez segundos a la gente que los sufre, pero estamos convencidos de que el fuego no es nuestro problema, sino el de “ellos”, en California, en la Amazonía, el Paraná. Y lo que menos se nos ocurre pensar es que estos incendios pueden deberse a una acción planificada.
Filtraciones no convencionales que llegamos a conocer, nos dicen sin embargo, con el respaldo de videos, que son agentes del gobierno brasileño, nada menos, quienes emplean medios mecánicos para extender líneas de fuego en los espacios de la selva previamente talados. ¿La causa? El gobierno estaría empeñado en combatir la crisis económica intensificando la explotación petrolera. O sea que para combatir la crisis del capitalismo, piensa que lo mejor es quemar la casa.
Aunque plausible, la información no ha sido confirmada; pero aun si no lo fuera debería llevarnos a considerar la situación de otra manera. Lo cierto y comprobado es que el “pulmón del mundo” que era la Amazonía ya no existe, porque más de la mitad de sus bosques ha sido ya devastada por el fuego. El equilibrio ecológico se ha roto, miles de especies animales y vegetales han sido exterminadas, las fuentes de agua se están haciendo casi inalcanzables, y no dejamos de sentir, en las alteraciones del clima, los efectos de tan trágico desastre.
Pero como si nada de esto ocurriera en nuestro vecindario, algunos de nuestros inefables políticos anuncian, con la sonrisa de quien ha descubierto la cuadratura del círculo, que combatirán nuestra crónica pobreza… ¡intensificando la explotación petrolera! Como el mago que saca pañuelos y conejos de su inagotable chistera, prometen escuelas, caminos, hospitales y otras maravillas: ¡tenemos la felicidad ad portas: solo falta que vayamos a dejar nuestro voto! Dentro de poco diremos que hubo un tiempo en que detrás de las montañas existía una selva…
En resumen, la irracionalidad trabajando contra la irracionalidad. Si de algo no podemos dudar es de que la inteligencia humana es asombrosa y carece de límites: es capaz de estudiar las tormentas solares y está en vías de descubrir una lejana galaxia; ha sido capaz de penetrar los misterios de lo infinitamente pequeño; ha producido el David, la Victoria de Samotracia y Las Meninas; ha escrito el Hamlet y Don Quijote, ha llegado (conquista suprema) a producir la polifonía y la Novena Sinfonía; pero también ha sido capaz de traspasar los límites que le separan de la estupidez. Y es la estupidez la que acabará por extinguir la vida que existe sobre la Tierra.