Un paro con múltiples frentes y al parecer con agendas diversas; aún imposible de develar con responsabilidad lo que supone en términos políticos, económicos o sociales y que estalla tras un represamiento de ofertas no cumplidas o resueltas a modo de bacheo. Creo que muchos no nos atrevemos aún a hacer un análisis de fondo mientras se atiende a la inmediatez y violencia de las protestas. Permítanme sumarme a una de las artistas que considero prioritaria para nuestro país y que se manifestó el día de ayer con gran presencia de actores, organizaciones sociales (Conaie, Fenocin, CNC y otros). Se trata del sector campesino, un sector cuyas demandas se han atendido erráticamente sin la voluntad política de llevar a cabo y comunicar adecuadamente una reforma agraria integral y de soberanía alimentaria cuando la vocación central de nuestro país es precisamente esta: ser agrario, pesquero y agroindustrial.
Seguimos siendo testigos de que los mayores niveles de pobreza y subempleo están precisamente en estos sectores y, en vez de armar desde el Estado un plan viable para el sector, vemos con horror que los últimos gobiernos siguen poniendo sus voraces ojos en la minería a cielo abierto con los efectos atroces que esto supone para la contaminación de fuentes de agua –imprescindibles para el agro y la vida misma-. ¿Será que no tienen –no tenemos- la inteligencia y creatividad de ir generando nuevas formas de gobernar acorde a nuestras históricas identidades y realidades? ¿Será que todo se resuelve siempre coyunturalmente en el “borre y va de nuevo” de cada período de gobierno sin ser capaces de sumarse en un plan nacional a largo plazo que se vaya ajustando pero que mantenga unas bases nucleares consensuadas entre los sectores demandantes?
Es en esta marea de cubrir exigencias a piezas y pedazos que llegamos a los límites de una paciencia colectiva que ahora ya no resiste más y que se manifiesta con toda la fuerza exigiendo de una vez por todas sus derechos, los de vivir una vida en paz y con dignidad.
Si por fuerza se debía eliminar el subsidio de la gasolina extra, eco y diésel, era imperativo tener un plan de medidas claras de contingencia que se adelantasen a cubrir las carencias que estas medidas iban a producir en los sectores menos favorecidos, sobre todo, al sector campesino. ¿Cuántas décadas más tendremos que esperar para que los indigenismos organizados como fuerza social hace 100 años tengan una respuesta?
La constitución del 2008 promueve políticas re distributivas que permitan el acceso de la tierra al campesinado, impide la concentración y promueve formas de recolección y comercialización organizadas, amén de la democratización de los recursos productivos, ¿por qué seguimos patinando sin mejorar la baja productividad agrícola?