En estos días se ha evidenciado como nunca la importancia de las artes para el ser humano, para nuestra existencia y sostén. Bailarines, músicos y escritores nos han acompañado día tras día en este período de confinamiento. Irónicamente el Gobierno ha desconocido nuevamente la importancia de la cultura para su pueblo; fondos mermados y falta de planes de contingencia en emergencia. Y no solo esto, tres días antes de comenzar clases, se destituye al máximo organismo de la Universidad de las Artes de Guayaquil, su Comisión Gestora, incluido el rector Ramiro Noriega. Se especula a rabiar las razones de esta movida violenta (aunque legal) en un momento tan delicado; el Gobierno no da explicaciones; la nueva Comisión aún no se ha reunido… Se hizo el cambio sin tener resuelto el mismo, no hay tres perfiles con doctorado y otros requisitos indispensables para ocupar los nuevos puestos.
¿Hablamos de sacarse de encima algunas figuras del correísmo en sus universidades emblemáticas y de reemplazarlas por socialcristianos? ¿Nuevamente el caballo de la politiquería? ¿De resentir el centralismo con una planta docente constituida en un 50% por quiteños? ¿De manejo autoritario y de sueños de grandeza por parte de su anterior rector, según señalan algunos docentes? O…de pescar a río revuelto y situar a gente de la cultura guayaquileña allegada al Gobierno?
Con alrededor de 1800 estudiantes, 183 profesores –solo 17 titulares-, 5 escuelas (cine, literatura, artes sonoras, visuales y escénicas) y una biblioteca de artes envidiable donada por el Ministerio de Cultura, este centro con 5 años de existencia requiere, sin embargo, de grandes transformaciones, según un miembro de la actual Comisión Gestora, Xavier Patiño. Se ha invertidos alrededor de USD 70 millones. Existe aún un déficit de infraestructura importante sobre todo en las áreas de danza y escénicas; un Centro de Innovación de 8 500 m2 de construcción que no funciona; re formular los ejes transversales de la Universidad. El emblemático edificio de El Telégrafo en pleno malecón está sub utilizado, lo ocupa solo la administración. Patiño propone que también sea sede de la Escuela de Posgrado. Bajarse de la nube y el fachadismo, ser modestos y consolidar lo académico parecería ser (ojalá sea) la nueva consigna.
Los profesores no han cobrado dos meses. Se abrieron las clases online sin la capacitación pertinente y las materias teóricas seguirán hasta diciembre bajo este régimen. Es probable, sin embargo, que en estos meses de formación y creatividad, estudiantes y profesores nos leguen la evidencia de estos tiempos de pandemia en la ciudad del país de mayor desastre y dolor que ha develado de manera terrorífica la oscura cara de la miseria.
Réplica de la Universidad de las Artes