‘Un muy buen dictador’

En noviembre del 2010, Rafael Correa desautorizó a su vicecanciller Kintto Lucas, quien mencionó la posibilidad de proteger a Julián Assange de la persecución internacional otorgándole la residencia ecuatoriana. El mandatario manifestó que lo dicho por Lucas era “a título personal” y sin su consentimiento. Más aún, se preocupó por aclarar que el fundador de Wikileaks había “cometido un error al romper las leyes de Estados Unidos y filtrar […] información”. Asimismo, enfatizó: “Jamás vamos a apoyar el rompimiento de la Ley en un país, así este país haya actuado equivocadamente”. Hoy, sin embargo, bajo los convenientes efectos de un episodio de amnesia, el Gobierno de Ecuador ha dado asilo al señor Assange, quien es huésped de su Embajada en Londres desde junio.

La incoherencia que nos deja más perplejos, sin embargo, no es esta, sino el apasionamiento con el que el mandatario defiende al periodista australiano en el extranjero mientras ataca sistemáticamente a la prensa de su país.

El señor Rafael Correa, ya ha logrado cerrar unos 20 medios de comunicación e impide a los medios tener acceso a los funcionarios estatales. La razón detrás de esta política contra la prensa privada, en palabras del mismo secretario de Comunicación, Fernando Alvarado, es que “un jardinero debe podar todos los días la mala hierba”.

Quizás el caso más emblemático de violación de la libertad de expresión en el vecino país ha sido la condena al periodista Emilio Palacio y a tres directores del diario El Universo, aduciendo que un artículo escrito por el primero injuriaba al Presidente. La sentencia de 60 páginas condenó a los acusados al pago de USD 40 millones y a tres años de cárcel y fue escrita por un diligente juez que, en dos días, leyó un expediente de 5 000 folios (aunque, según una jueza que estuvo temporalmente a cargo del caso, realmente la redactó el abogado de Rafael Correa). Es difícil conocer todos los detalles del proceso, pero este concluyó cuando el magnánimo Presidente perdonó el pago de la indemnización.También es conocida la condena al pago de una indemnización de USD 10 millones a los autores del libro ‘El Gran Hermano’. No nos olvidemos tampoco de la confiscación, por segunda vez en 18 meses, de las computadoras de la revista Vanguardia –que ha sido bastante crítica , – bajo el cargo de “violación de derechos laborales”. A esto se suma la polémica Ley de Comunicación, aún no votada en Asamblea, pero que reduciría el espacio del sector privado con una nueva repartición de las frecuencias de radio y televisión.

Con sus antecedentes, el Presidente de Ecuador no debería esperar un mayor reconocimiento que el cumplido que le regaló la propia madre de Assange por asilar a su hijo: “Usted es un muy buen dictador”.

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