Una pareja recorre América para ayudar a los animales callejeros

La pareja recorre el continente a bordo de una casa rodante, que les sirve de estudio y refugio. Foto: Cortesía DUPA

De diferentes nacionalidades, pero unidos por un mismo propósito, Santiago y María se conocieron en Puerto Rico 10 años atrás, y decidieron realizar un viaje con un sentido social. Armaron el proyecto juntos hace un año y empezaron su camino con el fin de ir cambiando el mundo, según ellos, aportando con un granito de arena.
La aventura, el amor y sus ganas de ayudar los llevaron a recorrer gran parte de Estados Unidos y Sudamérica.
En marzo del 2018 emprendieron su rumbo hacia el sur de Argentina a bordo del que sería su hogar por más de un año: una casa rodante en la que se ve la palabra DUPA, siglas de ‘Dame una Pata América’.
Situaciones como quedarse varados en Chile tras haberse fundido el motor o dormir en desiertos por fallas con el carro no les ha impedido seguir con su camino. Aseguran que siempre se han encontrado con gente buena que los ayuda en esos momentos, ofreciéndoles hospedaje, cambios de aceite gratuitos o inspecciones del automotor.
Después de haber recorrido 18 000 kilómetros en EE.UU. y 15 000 en Sudamérica, continúan su travesía, esta vez en Ecuador.
Santiago, publicista de profesión, comentó que al principio ayudaban con publicaciones de perritos en su blog para que los puedan adoptar, pero después se dieron cuenta que los refugios de animales en toda América están muy solos, muchas veces sin presupuesto, con poca ayuda y con cierta insensibilidad de la gente.
Ahora la ayuda la realizan de diferentes formas: ofrecen avisos comerciales para campañas de comunicación a refugios de animales; difusión de mensajes de sensibilización contra el maltrato y abandono animal; cuentan historias personales de rescates en su página web en su sección Del dicho al hecho.
Con la voz quebrantada y un brillo especial en sus ojos, María cuenta las historias de los perros que han rescatado. Menciona lo especiales que son cada uno de los casos, sin embargo, se lamenta al no poder ayudarlos a todos. “Quisiéramos salvarlos pero no podemos, porque es una labor que le compete a toda la comunidad”, dice.
La pareja confía en que, con la ayuda de la ciudadanía, se puede lograr un mundo sin animales abandonados. “La gente también necesita ser educada en el tema porque muchos no tienen conocimiento sobre lo que está pasando y se produce una insensibilidad”, añade Santiago.
El camino es largo, pero ya se encuentran de regreso. Ellos planean terminar su viaje en dos meses, tras pasar por Perú, Bolivia, Chile, Argentina, Brasil y Uruguay. Su labor ha significado una gran ayuda en cada lugar que han visitado.