Este loft, diseño de Creando una Imagen, tiene un corte totalmente contemporáneo; tanto en la aplicación de formas y colores, como en el diseño de los muebles y la iluminación. Foto: cortesía de creando una imagen
No son dúplex, pero casi. Esa planta superior -que más se asemeja a un mezzanine que a un piso de verdad- es una tendencia en alza y era muy rara en los primeros lofts; una tipología que tuvo su acta de nacimiento en los años 60 del siglo pasado en Nueva York.
En este añadido en altura, generalmente, se adaptan las alcobas o los estudios y son cada vez más comunes en el medio, explica el Arq. Fernando Almeida. Eso se observa con más claridad en las construcciones antiguas de ciudades como Quito y Cuenca, cuyos altos techos permiten ese juego volumétrico.
Los primeros propulsores de los lofts fueron los artistas, quienes necesitaban espacios amplios y baratos para vivir. José Mena, arquitecto que los diseña tanto en la ‘Gran Manzana’ como en Quito, cuenta que los inicios fueron en el barrio Soho. “Artistas como Jackson Pollock y Willem de Kooning trasladaron el arte lejos de la pintura de caballete al gran formato, necesitando de grandes espacios, gran altura del techo y luz para crear no solo sus obras, sino también para vivir y trabajar en el mismo espacio.
Este ejemplo del Estudio Cuns es una muestra de creatividad.
Para tal fin adaptaron bodegas y fábricas desocupadas, cuyos cableados y tuberías pasaron a formar parte sustancial de la decoración.
Cuando Andy Warhol trasladó su estudio a la calle 47 en el centro de Manhattan, explica Mena, la Factory (como llegó a ser conocido), sirvió como plataforma de una multitud de artistas bohemios.
Ese estilo primigenio, que aprovechó las características industriales de los sitios, todavía forman parte del ADN del loft de siempre.
Este es una adaptación en una casa en el Centro Histórico de Cuenca.
Es el loft ‘duro’, explica Mena, hace hincapié en la elección de objetos de decoración por un perfil ecléctico. Un perfil donde la mezcla de estilos nuevos y viejos crea el ambiente que cada uno quiere y acomoda con elementos que se consiguen en un mercado de pulgas o en un almacén de piezas contemporáneas.
Pero también ha aparecido el loft ‘suave’, que es un producto de la época, un tipo de vivienda que, por diseño y costo, responde a una nueva demanda: jóvenes -ejecutivos, profesores, estudiantes, parejas nuevas- que prefieren un inmueble con las funciones de una casa y los flexibles interiores que caracterizan el loft. Estos tienen una línea más suave: alfombras en algunas áreas, cocinas y baños de lujo. Muy pocos muestran tuberías expuestas.
Este loft está en The Esquire de Nueva York y tiene corte industrial.
Mayra Gavilánez, arquitecta del estudio Creando una Imagen, reafirma esa tendencia del loft actual: el de dos plantas. En la baja se desarrollan el área social, sala, comedor, cocina; en la alta: la zona privada (dormitorios, estudios, baños). Esto permite la creación de dobles alturas que generan una gran conexión -tanto espacial como visual- en todo el espacio y su entorno. Los materiales más característicos son el concreto, metal y vidrio y no se desechan detalles de obra como columnas , tuberías o cables a la vista.
“Generalmente siguen un estilo minimalista, combinando líneas rectas, muebles sencillos y colores neutros como el blanco, negro, gris o tierra y para darle calidez al espacio, maderas naturales”.