La exposición cuenta con más de un centenar de postales que el maestro de la arquitectura coleccionó durante toda su vida. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
El Colegio de Arquitectos de Pichincha (CAE-P) y el Archivo Museo de Arquitectura del Ecuador (MAE), que reabre sus puertas en Quito, presentan dos muestras que, mediante sutiles evocaciones, ofrecen un recorrido por la historia y por la memoria de la arquitectura.
Por primera vez en Ecuador y por esta única ocasión, se reúnen, cuatro arquitectos colombianos amigos de juventud, Castro, Salmona, Samper y Vieco junto a Le Corbusier, arquitecto y teórico suizo de la arquitectura urbanista moderna. El hilo conductor de esta muestra son las postales de viaje que, más allá de su condición como objeto capaz de plasmar recuerdos, son puente para la comprensión de la obra, de la imaginación y de las ideas de estos grandes creadores.
La arquitecta Yadhira Álvarez, miembro del Colegio explica que la tarjeta postal, que se inventó tan solo algunas décadas antes del nacimiento de Charles Edouard Jeanneret, conoció su momento de gloria durante la primera etapa de formación del arquitecto.
“Rápidamente adquirió la condición de medio de comunicación de masas apreciado por todas las clases sociales. El desarrollo de las técnicas fotográficas acompañó al fulgurante avance de este medio, al tiempo que diversificaba los contenidos y las expresiones visuales”.
La colección de más de dos mil tarjetas conservada en la Fondation Le Corbusier nunca había sido abordada como objeto central de estudio por ninguno de los numerosos investigadores sobre la obra del maestro.
Esta exposición presenta un enfoque completamente original que, mediante sutiles evocaciones, intenta trazar un camino a través de múltiples hipótesis en cuanto a las razones, usos y objetivos desarrollados por un verdadero creador, ofreciéndonos al mismo tiempo otro nuevo hilo conductor de su extensa y polifacética obra, indica.
“Este ensamblaje poético permite revelar el papel de la postal para el arquitecto: herramienta de investigación, herramienta pedagógica, útil de ensueño y evasión”.
Más allá de su condición como objeto capaz de plasmar recuerdos, la tarjeta postal fue para Le Corbusier un apoyo y una referencia, siempre en el centro de una particular dialéctica entre su imaginación y sus logros, llegando a cultivar este medio en todos los frentes, asegura Álvarez.
“En la encrucijada de las disciplinas del archivero, sociólogo, geógrafo y arquitecto, despegándose del proceso epistolar que pertenece ya al pasado de nuestra era posindustrial e inmersa en el momento de la postal virtual, esta exposición abre otra brecha en los modos de pensar reduccionistas”.
La muestra, que estará abierta hasta finales del mes de diciembre, estuvo anteriormente en Europa y luego en Bogotá. Es una producción del CAE-P y CIVA (Centre International pour la Ville, l`Architecture et le Paysage), con el respaldo de Fondation Le Corbusier y la comisaría de Luis Burriel Bielza.