Un mural que representa la tradición artesanal de Cacha y la sabiduría Puruhá se destaca en el museo. Otros detalles decorativos también caracterizan a la fachada. Fotos: Glenda Giacometti / CONSTRUIR.
Muros de piedra, techos de paja tejida y jardineras con forma de chakana, cruz andina sagrada, son algunas de las características que marcan el estilo del centro turístico Pucaratambo.
Este es uno de los sitios predilectos por los amantes del turismo comunitario. Está edificado sobre la cumbre del cerro más alto de Cacha, una parroquia indígena situada a 15 minutos de Riobamba.
Allí funciona un restaurante donde se ofrecen comidas tradicionales, alojamiento con capacidad para 32 huéspedes y un museo abierto al público, donde se exhiben piezas antiguas de la cultura Puruhá, como vasijas de barro, trajes originarios tejidos en telares, joyería, fotografías y otros accesorios indígenas.
El estilo constructivo del centro turístico es uno de los atractivos más publicitados. Los turistas pueden vivir la experiencia de dormir en chozas rústicas, pero equipadas con todas las comodidades modernas y, además, compartir la cotidianidad de la gente.
Las cabañas están cubiertas con techos tejidos.
Los acabados rústicos de piedra, las paredes gruesas y los techados altos son algunas de las características más destacadas de la arquitectura de la etnia Puruhá.
En Pucaratambo hay 10 edificaciones en total. Fueron construidas en mingas por la gente nativa de la comunidad. Ellos se inspiraron en las construcciones antiguas y utilizaron técnicas que fueron heredadas por sus padres.
“Nuestra construcción es uno de nuestros tesoros más valiosos, porque a diferencia de la arquitectura moderna y de las casas lujosas de las ciudades, nuestras casas son saludables, producto de la sabiduría de los taitas”, afirma el administrador, Segundo Sucuy.
El museo es la construcción más compleja y la más atractiva debido a la gran cantidad de detalles. Fue construido en forma circular sobre un espacio de 30 metros cuadrados. Además, está edificado junto a la plaza, donde se efectúan las ceremonias andinas.
La tienda artesanal es la construcción más reciente.
Las ventanas, que tienen forma de pirámide trunca, son un símbolo de la creencia indígena en un ser superior y están alineadas con la salida y entrada del sol. Pero además tienen una función importante en la resistencia de los diferentes muros, pues soportan mejor la presión de las paredes.
Las cabañas de alojamiento también tienen un estilo especial. Llevan el nombre de reyes y personajes destacados del pueblo Cacha.
Las fachadas lucen rústicas, como las casas originarias, pero en el interior están equipadas para la comodidad de sus visitantes. Los muros están hechos con bloques de cangahua, un tipo de suelo poroso muy común en esa zona, que se compacta al combinarse con estiércol de camélidos.
Según los nativos, este material absorbe la energía solar durante el día y la libera en las noches, por lo que las casas nunca se sienten frías.
En el museo se exhiben piezas antiguas como vasijas, fotografías y ropa originaria.
Esta técnica les permite superar las bajas temperaturas al terminar el día. Además, permite la circulación del aire y de la energía de sus visitantes.
El restaurante también se construyó inspirado en la cocina de una casa originaria, pero se modificó para hacerlo más espacioso y cómodo para recibir a los turistas. En los muros anchos hay tukos, una especie de repisas empotradas que se utilizaban para colocar vasijas con huevos, lámparas u otros objetos pequeños.
El centro turístico fue construido en 1994. En la antigüedad, ese lugar fue utilizado por los nativos como un espacio de encuentro para las 23 comunidades. Por eso fue nombrado Pucaratambo, un término kichwa que significa centro de convocatoria y descanso.