Trozos de diversos tipos de maderas decoran la fachada, el cobertizo y balcones de la cabaña de Piatúa, ubicada en la vía a Tena. Fotos: Glenda Giacometti / CONSTRUIR.
El lujo y las excentricidades no encajan en el estilo de una cabaña de hospedaje, situada en el interior de la selva amazónica del cantón Santa Clara, en Pastaza. Ese sitio está pensado para quienes buscan descansar lejos del ruido de la ciudad y de la tecnología.
La cabaña tiene capacidad para hospedar a 11 personas en cuatro habitaciones de acomodación triple y una matrimonial. El número reducido de huéspedes que se recibe también está relacionado con el concepto del sitio.
“Está diseñada para descansar. Aquí los visitantes pueden alejarse de todo el estrés de las ciudades y disfrutar del entorno, escuchar los sonidos de la selva y mirar los animales”, cuenta Mariela Gavilánez, administradora del sitio.
Ella dice que los clientes más frecuentes son los jóvenes viajeros que recorren Latinoamérica en busca de aventuras, pero también llegan parejas de Quito, Ambato y Riobamba, que esperan alejarse de la rutina de sus trabajos.
Ninguna de las habitaciones cuenta con televisores, radios ni señal wifi. Están equipadas con mosquiteros y cobertores ligeros para evitar picaduras de insectos y disfrutar del agradable clima.
Los tejidos de caña guadúa que revisten las paredes de las habitaciones y puertas decoran el lugar.
Todos los muebles de las habitaciones y estancias fueron fabricados artesanalmente, usando maderas amazónicas como wayuri y caña guadúa. La madera fue tratada sin químicos y se utilizaron técnicas ancestrales de construcción.
La idea es representar el estilo de vida sencillo de las tribus amazónicas y convertirlo en un servicio turístico.
La cabaña atrae a decenas de personas cada año. La casa, al igual que todas las edificaciones tradicionales de Santa Clara, se construyó sobre una plataforma elevada del piso. “Esto se hace para apartarla de la humedad, para evitar filtraciones y para impedir que ingresen animales”, explica Gavilánez.
En la primera planta hay dos habitaciones de acomodación triple y un baño. Además, un pequeño espacio donde los huéspedes se reúnen a conversar o compartir alimentos. En el segundo piso, en cambio, está la habitación principal, dos triples y un baño. También hay una sala equipada únicamente con muebles de madera para las reuniones familiares.
El detalle que más sobresale es un mirador, desde donde se pueden observar el río Piatúa y el bosque. Está ubicado en un sitio estratégico de la cabaña y, según los administradores del lugar, es el elemento que reemplaza a los televisores. La imagen es nítida.
Una sala equipada con muebles rústicos y un mirador son los detalles que se destacan en la cabaña.
“Es como mirar una escena de película o un documental de National Geographic, pero en vivo”, dice Gavilánez.
El tejido singular de caña guadúa lacada que reviste las paredes de las habitaciones es la única decoración del lugar. No tiene pinturas, tapetes u otro tipo de elementos para armonizar la construcción con el entorno natural.
Este material crece silvestre y abundante en las orillas de los ríos de Pastaza, y debido a su excelente resistencia al clima y a la gran cantidad de plantas, es uno de los materiales de construcción más utilizados por las comunidades indígenas de esa zona.
La corteza de wayuri es otro elemento decorativo natural. Se colocó en los balcones y como revestimiento de la fachada de la casa. Esta madera también es resistente al clima.
El balneario de Piatúa está ubicado en la vía a Tena, a solo 10 minutos del cantón Santa Clara, y a 40 minutos de Puyo.