Para diseñar esta vivienda, el arquitecto Marco Salazar consideró los cerca de 10 ejemplares de eucalipto que estaban implantados en el terreno, ubicado en el norte de Quito. Foto: Cortesía Marco Salazar
Vivir ‘cobijado’ junto a su familia por la naturaleza que caracteriza a Nayón siempre fue el sueño del arquitecto Gabriel Rivera. En ese sector vivió gran parte de su vida con sus padres, por eso incluyó a 14 árboles en el diseño de su vivienda, tras adquirir un lote de
1 000 m². Solo taló un ejemplar, porque definitivamente interfería en la construcción.
Los algarrobos están en el patio interno de la casa y en la parte posterior. Un fresno, en cambio, está estratégicamente ubicado en una sala de estar.
Desde ese espacio se puede observar cómo su copa logró escabullirse en busca de luz natural por un agujero de forma circular, considerado desde el inicio del proyecto.
Ese ambiente y el patio interno, precisamente, son el corazón de la casa, donde sus hijas se reúnen para jugar y los más grandes, para disfrutar del paisaje.
A este algarrobo nativo se lo conservó en el porche de una vivienda, en Puembo. Foto: Vicente Costales/ CONSTRUIR
Según el especialista se trata de una arquitectura que respeta el entorno, pero que también busca articular espacios.
Con ese criterio coincide el arquitecto Roberto Morales, de TEC TallerEC. Él diseñó una vivienda, dentro del conjunto habitacional Quatro, en San Juan de Cumbayá, considerando la presencia de un jacarandá en el área social.
No estaba en el terreno, pero se lo introdujo para dar vida a una doble altura de alrededor de 7 metros. “Ahora ese es el corazón de esa vivienda”, cuenta Morales. A través de ese jacarandá, el arquitecto también logró conectar la parte social con el área privada, esta última ubicada en la parte superior.
Este fresno se halla dentro de una sala de estar, en la Casa Tacuri, ubicada en Nayón. Foto: Diego Pallero/ CONSTRUIR
Antes de colocar el árbol armaron paredes de hormigón para evitar que las raíces ocasionaran daños a la vivienda en el futuro. Además, aclara Morales, seleccionaron un ejemplar sin raíces invasivas.
Para acercar esa sensación de naturaleza instalaron también un espejo de agua en la base. El sonido es tranquilizador.
Marco Salazar es otro arquitecto que consideró la naturaleza implantada en su terreno para diseñar su residencia, ubicada en la vía a Calacalí.
Un jacarandá articula la zona social con el área privada de esta casa, en Cumbayá. Foto: Vicente Costales/ CONSTRUIR
Allí se encontró con cerca de 10 eucaliptos, tres de ellos aparecen en tres patios.
Los conservó, afirma, en señal de respeto hacia la naturaleza y para fortalecer la parte estética de la residencia.
Según Francisco Pérez, también arquitecto, esos árboles funcionan como esculturas, en donde su pueden colgar adornos. Y, según él, los más recomendados son los ceibos por su imponente follaje.