Otto Maldonado (ingeniero) y su hija María José (arquitecta) en el porche de la vivienda de 720 metros cuadrados. Fotos: Vicente Costales/ CONSTRUIR
La arquitecta María José Maldonado guarda dentro de su computadora una cantidad considerable de bocetos.
Ese compilado de diseños evidencia los múltiples cambios que hizo para cumplir con los pedidos de sus padres, unos clientes “bastante exigentes”.
La construcción arrancó el 15 de julio del 2013 y terminó el 25 de julio del 2014, el mismo tiempo que se tomó la arquitecta para diseñar la vivienda, emplazada en un terreno de
1 060 m².
En todos los ambientes predominan los colores neutros.
Esta profesional, madre de tres hijos, recuerda que sus padres Otto Maldonado y Magdalena Borja le pidieron, desde un inicio, una casa accesible para una persona que utilice silla de ruedas. El requerimiento lo hicieron pensando en el futuro, en su “vejez”. También le solicitaron abundante iluminación natural, una doble altura y amplios espacios para compartir en familia.
Considerando los requerimientos, María José diseñó una vivienda con una rampa peatonal que conduce a la puerta principal y con parqueaderos, en el subsuelo, con acceso a un ascensor. En la rampa hay unas contrahuellas cortas para que el esfuerzo sea mínimo en caso de tener que mover una silla de ruedas.
Las pinturas de Magdalena Borja ponen el toque de color en la vivienda.
El elevador conduce a los habitantes hasta el segundo piso de la vivienda de 720 m² de construcción: 560 m² son cubiertos. A esa planta Otto Maldonado y su esposa Magdalena llegan en contadas ocasiones, pues su vida prácticamente se desarrolla en el primer piso, donde está su dormitorio, que se conecta con la cocina, la sala y el comedor.
Los dos últimos ambientes tienen una doble altura que alcanza los 7,20 metros. “Le pedimos eso porque me sentía aplastado en esos espacios cuando vivíamos en un departamento”, cuenta el ingeniero, gerente general de Omaca.
La residencia fue configurada en tres volúmenes: área privada, área social y área de servicio. En la planta alta hay tres dormitorios y una sala de estar. En ese piso un puente conecta el espacio social con los ambientes de reposo, donde habitan María José y sus hijos cuando llegan de visita.
La casa se construyó sobre un terreno de 1 060 metros cuadrados.
La familia se considera amante del minimalismo y por esa razón en esa casa predominan materiales naturales como el mármol, la madera y el hormigón visto. Las ‘imperfecciones’ de ese último material se reflejan en una pared de 7,20 de altura de la sala principal.
La arquitecta y su madre, diseñadora, se encargaron de la selección de materiales, “pero claro, con el visto bueno del dueño de casa”, cuenta María José mostrando una sonrisa de complicidad con su padre.
Otro pedido vital era que la vivienda se conecte con los espacios verdes y áreas sociales como el porche, por ejemplo.
Para eso recurrieron a puertas corredizas que se abren en su totalidad y que también permiten una mejor ventilación, circulación del aire y una reducción del consumo de energía. Para complementar usaron paneles solares.