Soy ecuatoriano, diplomático de carrera, y me encuentro en la obligación de dar a conocer a la opinión pública un ominoso acto de xenofobia contra mi esposa, de nacionalidad colombiana y naturalizada ecuatoriana hace 34 años. Cuando se encontraba realizando compras en un supermercado de Cumbayá fue objeto de una soez e injustificada agresión verbal y casi fÃsica por el solo hecho de su acento colombiano.
Un individuo, que se identificó como ecuatoriano y quien, según su hija padece de trastornos psicológicos, emitió frases soeces y epÃtetos a mi esposa, tildándola de narcotraficante, guerrillera, ladrona entre otros improperios no publicables. Más adelante, dos malos elementos de la PolicÃa Nacional del Ecuador que en lugar de defender a una mujer sola apoyaron al agresor, retiraron la cédula de identidad ecuatoriana a mi esposa, afirmando de viva voz que era falsificada.
Todos estos grotescos actos, tanto del agresor como de los dos policÃas, fueron denunciados de inmediato a la Unidad de Vigilancia en el valle de Tumbaco, en donde encontramos un trato digno de sus directivos, el capitán Hidalgo y el coronel Rivera.
Me encuentro realizando investigaciones policiales y judiciales, pero mi deseo es que se elimine el instinto de xenofobia de los ecuatorianos contra personas inocentes de Colombia u otros paÃses y, al mismo tiempo, se respete a una vecina nación, Colombia, con la que estamos unidos desde antes de la época de la Independencia.