Con el mismo estilo de la destrucción de la maquinaria minera, en días pasados se incautó licor adulterado y, sin ninguna consideración, se vertieron miles de litros en un canal en Ambato. Muy bien por la gestión del Gobierno de impedir que se comercialice ese producto para consumo humano, pero muy mal en verterlo en el canal y desperdiciarlo. Ese producto es el de gente que vive de eso. Algún valor industrial pudo tener, aunque sea sometiéndolo a un proceso adicional. ¿Acaso el país es incapaz de incautar algo sin destruirlo?
Además, dudo que se haya hecho algún análisis del impacto ambiental en el canal. Al fin y al cabo, como la mayoría de los cuerpos de agua dulce en Ecuador que fluyen cercanos a poblaciones son muertos ambientalmente, habrán pensado que no importan unos pocos litros más de alcohol. ¡Vivimos una barbarie que raya en lo ridículo!