Aplaudo la decisión del asambleísta César Rodríguez por atreverse a expresar lo que piensa, precisamente cuando se debate sobre la libertad de expresión, que no es otra cosa que la libertad de pensamiento. Pero lo más relevante de este hecho son dos cosas:
1) Queda claro que la Asamblea Nacional está sometida a poderes ajenos a su naturaleza. 2) Se quita el velo al manejo vertical dentro de Alianza País.
Rodríguez manifestó en una entrevista lo siguiente: “la Asamblea no puede seguir ciega, sorda y muda ante los actos de corrupción”.
Es evidente que la Legislatura no ha ejercido la facultad constitucional de fiscalizar casos como: Angostura, el “come cheque”, las ambulancias (furgonetas), etc. Estamos ante un acto flagrante de violación constitucional por omisión. ¿Quién lo sanciona? En la misma entrevista dijo, además: “el candidato a la presidencia de la Asamblea es F. Cordero porque así lo decidió País”. Prueba suficiente que refrenda lo que ya expresó Alberto Acosta meses atrás “a la revolución ciudadana le hace falta ciudadanía”.
Rodríguez defiende principios democráticos, es decir, el derecho a opinar diferente, a decidir con conciencia propia –dejar de ser “levanta mano”-, a denunciar la corrupción del régimen. No es nada del otro mundo, está en la Constitución, quien diga lo contrario tiene un grave problema de conciencia subyugada.