El actual alcalde de Quito fue electo por su promesa de campaña de revisar y bajar las multas que abusivamente venían imponiéndose por parte de las autoridades municipales, por el pico y placa, por estacionamientos en las calles, por revisión vehicular, por matrículas, etc., etc.
Termina su período sin pena ni gloria, haciendo todo lo contrario a sus ofrecimientos, toda vez que todo ha subido con relación al transporte vehicular; han subido las multas por todos los conceptos, ha subido la tasa de revisión vehicular, el famoso seguro de accidentes, la matrícula, y lo peor que le dicen que no hay placas; es decir, que se ha agravado aún más la situación del pueblo.
Ni siquiera el alcalde ha revisado las injustas multas de la llamada calendarización en las matrículas que se han inventado al margen de la ley para extorsionar aún más a los contribuyentes y disponer de ingresos para financiar la tremenda carga burocrática y que el pobre ciudadano tiene que pagar obligado una multa sin base legal para imponerla. Para que le matriculen su vehículo y evitarse problemas con empleados que ni siquiera respetan a los adultos mayores, tiene que pagarla. Así el alcalde, a más de avanzar en la construcción del metro, que no es proyecto suyo, en los cinco años de su período, no ha pasado nada; estamos peor que antes.