Retrato de mi viejo

Recluido en el asilo varios meses, privados de verte, impedidos por el ángel de la peste y proscritos de hablarte y abrazarte, cuidado y mimado por otros, cansado de esperarnos, te despojaste de tus 103 años y levantaste en la noche el vuelo batiendo alas para juntarte con tu amada Laurí.

Hombre de linaje, caballero de otro siglo sin prisa y sin tiempo extraviado en el nuestro; conversador deslumbrante, cortés, siempre alegre y jovial, hombre de humor, acidez e ironía, tu chiste fino y ocurrencias nos extasiaban, fuiste un caminante de largas jornadas en tu vieja ciudad de campanarios en la marchaste con la formalidad del quiteño de cepa con la finura del traje y sombreros Gardel y amaste la tierra como un labrador enamorado.

El umbral de tu vejez se alargó superando la centuria, y tu árbol de vida fue perdiendo sus hojas poco a poco, brumas en tu memoria aparecieron y te fuiste desconectando del mundo y como dice nuestro poeta Rodríguez somos polvo de un tiempo que pasa y arrasa, nos dejaste desolados en este octubre extraviado en ráfagas de verano, cumpliendo tu misión frugal, vertical y ejemplarmente.

Adiós, padre longevo y sabio, el legado de tu itinerario vital engendrado por tu eticidad será el faro en nuestra obscuridad.

Salomón se llamaba, A la memoria de nuestro padre.